El número 2 de Cuadernos de Estrategia se dedicó a analizar el declive del neoliberalismo, esto es, del capitalismo global financiarizado que se presentó como solución de la crisis de los años setenta. Aunque el Estado del bienestar europeo y la excepción económica española nos permitan disfrutar de ciertas garantías de protección, sabemos que el actual estado de cosas es cada vez más incierto. Un número creciente de indicadores ecológicos, económicos y sociales no dejan lugar a dudas. De otro lado, la crisis —más o menos vivida, sentida o negada— tiene efectos tan reales como el cierre neoconservador y autoritario que se produce a nuestro alrededor y que se manifiesta en la creciente audiencia de discursos antiinmigración y racistas. ¿Por qué, entonces, la respuesta social está siendo tan débil y/o tan poco efectiva?
El presente volumen se propone analizar la crisis de los movimientos sociales como principal forma de organización de la protesta de las últimas décadas. Muchos colectivos autoorganizados, de todo tipo, reclaman todavía su pertenencia a los «movimientos sociales». Pero ¿sigue siendo esta forma política una forma útil para entender y organizar el conflicto?
Desde que se les otorgara esa etiqueta desde la sociología académica a finales de los años setenta, los movimientos sociales han mutado en muchos aspectos. En aquel entonces el concepto se refería a las movilizaciones feministas, ecologistas, pacifistas, antiimperialistas, antirracistas surgidas tras el ’68. Tanto el primer artículo de este número, «El declive de los movimientos sociales», de Francisco Gaitán, como el segundo «Clase, movimiento, identidad», de Emmanuel Rodríguez, retoman la historia de los movimientos sociales con el fin de analizar estas transformaciones en paralelo a los cambios de la economía política global. Rodríguez propone una lectura en tres tiempos: las políticas de clase del keynesianismo-fordismo, los movimientos sociales del neoliberalismo y las políticas de la identidad de la crisis del neoliberalismo, analizadas también como formas de integración de la protesta según los regímenes políticos y subjetivos de cada momento. Gaitán expone las razones del declive de los movimientos a partir de la sectorización, el predominio del paradigma comunicativo, las identidades «mal entendidas» y la institucionalización, y termina preguntándose si los movimientos sociales en los que hemos crecido tienen en realidad una tradición que les permita afrontar los viejos problemas del poder, la estrategia y la organización.
La cuestión de la clase y las identidades atraviesa todas las contribuciones de este cuaderno. De hecho, el identitarismo es analizado específicamente como una de las claves de bóveda de la pérdida de potencia política de los colectivos y movimientos. En «Más woke que el wokismo», Guillermo García Torres entra de lleno, a través del término woke, a la crítica a la cosificación de identidades, que ya no se entienden como parte de los procesos históricos de dominación capitalista. Critica también el paradigma de la interseccionalidad por la compartimentación de las dominaciones que parece rechazar el origen histórico y materialista común. Todo ello dificulta composiciones novedosas, inintegrables por el capital e imprescindibles a la hora de superar el agotamiento del «movimentismo» y el discurso woke.
La crítica del enfoque interseccionalidad constituye igualmente el centro del artículo de María Fernanda Rodríguez «Clase, sexo/sexualidad y raza». En este rechaza que los llamados ejes de opresión sean procesos paralelos, y propone en cambio entender sexo, sexualidad y raza como dimensiones que vertebran históricamente el capitalismo, no como factores externos, sino como parte de su dinámica de explotación. Desde el feminismo marxista y el marxismo negro, muestra cómo la domesticación de las mujeres, la regulación de la sexualidad y la racialización colonial son procesos ligados a la acumulación de capital y cómo solo una coalición de clase que integre sexo, sexualidad y raza puede construir un bloque emancipador contra el capitalismo, superando tanto el obrerismo reduccionista como la política identitaria fragmentada.
Los cuatro últimos capítulos de este volumen analizan movimientos concretos: el quinto y el sexto, el movimiento lgtbq y el ecologista, y los dos últimos provienen de centros sociales vivos, La Casa Invisible de Málaga y La Villana de Vallekas en Madrid.
En «Tiempos de paz en la Nación Queer», Charlie Moya examina cómo la disidencia sexual y de género, con sus orígenes «monstruosos» e inasimilables, ha sido sin embargo progresivamente integrada. La llamada «Nación Queer» es ahora un espacio pacificado, centrado en la demanda de políticas de inclusión y reconocimiento que no llega a transformar las estructuras de explotación. Lo queer es aceptado siempre que provenga del sujeto homonacional, normalizado en el Mercado-Nación y la familia nuclear. Para Moya, el miedo epocal constituye precisamente lo que ha empujado a las disidencias más radicales hacia la búsqueda de protección estatal. El identitarismo ha provocado a su vez un repliegue sobre sí de estos mismos grupos. Todo ello impide poner en el centro cuestiones materiales urgentes que podrían servir para recuperar una política queer radical que conecte la sexualidad con la crítica al capital y el Estado.
Apelamos a la imaginación política y a nuevas alianzas y composiciones de nuestra clase, sexualizada y racializada, para afrontar las luchas por venir.
Por su parte, Isidro López analiza las dos corrientes principales del ecologismo actual, «El Green New Deal y la perspectiva de la gestión planetaria» y el «Decrecentismo de los estilos de vida», a partir del marco de una ecología política que nació en los años setenta y, que ha sido retomada en la última década. En «En nombre de la tierra y sus criaturas», demuestra que el capitalismo oficial es ya capitalismo verde y por lo tanto todas las reivindicaciones de una transición tecnológica en este sentido son parte del problema; igualmente, señala que no es la falta de concienciación de la población o de las élites lo que impide un cambio. Solo cuando se entiende que la lucha ecológica y la lucha de clases es la misma batalla contra un mismo poder, se puede llegar a comprender que no estamos ante un conflicto naturaleza-humanidad sino de las clases dominantes contra la Tierra y sus criaturas, al tiempo que se pueden llegar a abrir grietas en un sistema que parece decidido a morir matando.
En «Ante la crisis de los centros sociales», Kike España desgrana algunos de los límites a los que se enfrentan estos espacios autónomos de autogestión y experimentación política, al menos cuando se desatiende la producción común de deseo revolucionario y el rastreo de nuevas formas de lucha. El texto propone repensar los centros sociales como infraestructuras porosas y transversales, que articulen vecindades insurgentes y luchas cotidianas más allá del edificio ocupado. Su futuro depende de recomponerse como espacios comunes en lucha, no como refugios aislados: interfaces vivas capaces de amplificar conflictos urbanos y sostener nuevas formas de vida colectiva.
Por último, el colectivo Escuela de las Periferias de La Villana de Vallekas se detiene en los usos perversos que se están haciendo de los cuidados en los entornos activistas. La individualización y autovictimización descrita en otros capítulos aparece igualmente en «La deriva neoliberal de los cuidados», en tanto estos se plantean como exigencia al colectivo por parte de cada persona, muchas veces en forma de reproche o chantaje que busca la culpabilización y el resarcimiento; y muchas veces también en términos de un lenguaje terapéutico centrado en el yo que desactiva la potencia política del concepto. Frente a esta perversión, se propone construir estructuras de cuidados compartidas, rotativas y sostenibles que fortalezcan la vida común.
Con todos estos aportes, se pretende contribuir a una reflexión sobre el paradigma de los movimientos sociales en el que la mayoría de colectivos autoorganizados se han considerado encuadrados en las últimas décadas. La crítica a la integración en las formas de gobierno neoliberales progresistas y la crítica al identitarismo individualista agraviado pretende ser un revulsivo para repensar nuestras prácticas y construir nuevas formas de lucha. Si algo no funciona, no podemos seguir repitiendo lo mismo. Apelamos a la imaginación política y a nuevas alianzas y composiciones de nuestra clase, sexualizada y racializada, para afrontar las luchas por venir. Esperamos que estos trabajos sirvan a este objetivo.

