Las “venas abiertas” de Andalucía en ocho cantes

por | Jun 19, 2024 | Análisis

Una aproximación al capitalismo andaluz y algunas reflexiones sobre la movilización popular

Desde que leí a Eduardo Galeano imagino a América Latina como un lugar que se desangra y necesita torniquetes que eviten que continúe saliendo sangre, que se vaya la Vida. Desde que leí a Manuel Delgado Cabeza pienso en la “dependencia y marginación” de Andalucía, y en su similar situación a la de América Latina. La relación se evidencia en los estudios históricos que muestran como, tras la independencia de las colonias americanas, Andalucía se convirtió en colonia interna del Estado español. Lo que pasa en Andalucía, como en América Latina y en tantas y tantas economías “subdesarrolladas”, tiene como principal causa el “sobredesarrollo” de otras que se apropian de sus recursos, de sus riquezas, de su Vida. El sobredesarrollo de las metrópolis bebe la sangre de las colonias generando la anemia del subdesarrollo.

Con base en “Aproximación al capitalismo andaluz” (editado por Autonomía Sur, Talaios y El Taller), a continuación hablaremos de lo que se escapa y de lo que entra cuando se abren las venas, cuando no reconoces tu sangre, cuando las venas no te pertenecen. Pero también de la construcción de posibles arterias que, a partir del corazón colectivo, distribuyan sangre comunitaria oxigenada dispuesta a la transformación.

Venas abiertas

Yo no quiero na de nadie/ yo sólo quiero lo mío:/ aquello que me robaron/ antes de haber nacío (José Luis Ortiz Nuevo)

Siguiendo a José Acosta Sánchez, pueden establecerse “dos grandes rupturas de la historia de Andalucía”. Una primera, la conquista y colonización por Castilla, que supone, nos explica Manuel Delgado Cabeza, el comienzo de un nuevo modo de organización económica y social para Andalucía que va a suponer una fuerte polarización social entre los “agraciados” en el reparto de tierra y quienes solo tienen sus cuerpos para buscarse el sustento. La segunda gran ruptura se produce con la “implantación del capitalismo español” durante el siglo XIX. Tras la independencia de las colonias americanas, Andalucía se convierte en las “Indias alternativas e interiores” para el Estado español, en una “colonia latifundista” con un enorme porcentaje de población en situación de pobreza y necesidad, y donde los recursos se encontraban o bien en manos de una minoría oligárquica local, o bien en manos de capitales foráneos.

Desde la “modernización” de la década de 1960, aparece claramente consolidada una división territorial del trabajo de la economía española en la que Andalucía tiene una especialización basada en la explotación de su patrimonio natural. El grueso de las actividades proporciona productos a las metrópolis industriales, en una relación de intercambio desfavorable para la especialización andaluza, asociada a una remuneración menor de sus actividades. Andalucía se adapta así a necesidades ajenas y ve aumentar más, si cabe, sus cotas de subordinación y dependencia.

La experiencia histórica de la economía andaluza, en general, muestra su conversión en un proceso asociado al desarrollo de otros espacios: es la otra cara del proceso que tiene lugar en otras sociedades. No es, por consiguiente, una etapa previa al desarrollo, sino su “cuarto trastero”.

Con lo poquito que había/ yo hice una partición/ mis hermanos son aquellos/ que tengan igual que yo (popular)

Aunque en cualquier economía capitalista la desigualdad es estructural, existen sociedades capitalistas más desiguales que otras. En Europa occidental, pocas economías son más desiguales que la andaluza. Esta sociedad tan injusta, polarizada y jerarquizada ha buscado el necesario consenso social mediante, fundamentalmente, el trato de favor originado en las relaciones clientelares. El clientelismo, que ha servido para retroalimentar la desigualdad, ha estado siempre presente en la historia de Andalucía: desde el patronazgo señorial hasta el clientelismo de partido.

Unas pocas sagas familiares se sirvieron del poder para extraer rentas a partir de la apropiación de lo comunal, de la violencia física y cultural

Unas pocas sagas familiares se sirvieron del poder para extraer rentas a partir de la apropiación de lo comunal, de la violencia física y cultural, etc. Por su parte, las mayorías dominadas y explotadas se podían dividir en dos grandes grupos, a saber: uno formado por gente que decide cooperar con el poderoso a la espera de que su sustento sea otorgado por su favor; un segundo grupo compuesto por la gente que sufrirá mayor exclusión por favorecer la acción colectiva y la cohesión horizontal de la clase dominada. Este segundo grupo acabó nutriendo las fosas comunes de la guerra civil y la emigración que debía abandonar su barrio, su pueblo, su lugar en el mundo. Esta eliminación física o migratoria que retroalimentó el poder establecido al desaparecer las personas más capacitadas para cambiar la situación existente.

A qué tanto llové/ si a mí me duelen las manos/ de sembrá y no recogé (popular)

A la desigualdad en el reparto de lo existente hay que añadir el saqueo de parte de los recursos. El extractivismo es secular y actualmente tiene múltiples aristas en Andalucía. Así, a la actividad minera que lleva cientos de años extrayendo mineral, se unen ahora las grandes multinacionales del capitalismo de plataforma que controlan nuestros datos. Además, fondos de inversión compran hectáreas y hectáreas de tierras en el medio rural andaluz. Esos mismos fondos especulativos anónimos sedientos de rentabilidad monetaria financian la turistificación en el centro de las ciudades y de toda la franja litoral andaluza. Las grandes empresas energéticas invaden campos con placas fotovoltaicas que harán “renovable” la energía, y, al mismo tiempo, impedirán la imprescindible renovación del control sobre la misma. Economía verde, azul, circular, colores y formas geométricas que no logran esconder la voracidad de la economía capitalista. Sol, tierra, información, personas, sus expresiones culturales. Todo al servicio de la acumulación de capital y contra la Vida.

Empresas con sede social y fiscal en Madrid han controlado relevantes recursos y sectores estratégicos de la economía andaluza

Empresas con sede social y fiscal en Madrid han controlado relevantes recursos y sectores estratégicos de la economía andaluza. En los últimos años, estas grandes empresas están siendo compradas por capitales transnacionales. De modo muy resumido, podemos exponer el siguiente cuadro: el consumo de productos derivados del petróleo en Andalucía depende de una empresa (CEPSA) cuya propiedad es un fondo de inversión de Abu Dabi; el consumo de energía eléctrica en Andalucía depende de una empresa (ENDESA) cuyo principal propietario es el Estado italiano; la distribución alimentaria tiene como agentes relevantes empresas con sede en Valencia (Mercadona), Madrid (DIA) o la ciudad francesa de Massy (Carrefour); el megafondo de inversión BlackRock tiene un peso muy importante en la principal empresa de telecomunicaciones (Telefónica), o en las principales entidades financieras.

El dinero y la riqueza parece que son lo mismo/ siendo cosas tan distintas/ pues el dinero es justamente/ lo que la riqueza te quita (Francisco Díaz Velázquez)

Las políticas monetarias puestas en marcha tras la crisis de 2008 denominadas de “flexibilización cuantitativa” –quantitative easing, QE– consistieron en inyectar dinero en el sector financiero con el fin de crear suficiente efectivo en los bancos para prestar y mantener los tipos de interés cercanos a cero (o incluso por debajo). Para autores como Chesnais, la QE se trata de un eufemismo que designa la creación de moneda que en otro tiempo se conocía como poner en marcha la “máquina de hacer billetes”. Esta política ha dotado de una enorme cantidad de “munición” a diversos agentes financieros, base del neocolonialismo monetario y financiero estadounidense.

La política monetaria, la producción de la “máquina de hacer billetes”, no solo da munición a los fondos especulativos para “comprar Andalucía” (y todo lo que se pueda), sino que la pone al servicio del colonialismo depredador. Esta máquina monetaria requiere de una máquina de guerra y para ello cuenta con las bases militares estadounidenses desplegadas por todo el mundo, entre las que se encuentran las dos andaluzas. Más que de keynesianismo militar estamos hablando de abuso de poder armado con enormes dispositivos de depredación mundial.

De este modo, Andalucía, al mismo tiempo que es territorio de extracción, es utilizado por los poderes extractores para poner en práctica las estrategias militares necesarias para poder saquear recursos de otros territorios. La dependencia andaluza la obliga a ser cómplice de la organización militar más grande de la historia de la humanidad. Tanto la Base aeronaval de Rota como la Base aérea de Morón de la Frontera forman parte la vasta infraestructura militar de EE.UU., integrada por más de 800 bases con sus flotas navales y aéreas.

To el que le canta a la luna es porque en la luna está, que los que pisan la tierra a la tierra cantarán (Francisco Moreno Galván)

Las clases populares andaluzas han abandonado a la izquierda electoral porque previamente la segunda abandonó a la primera. Desde la década de 1980, el Partido Socialista Obrero Español en el poder de la Junta de Andalucía siguió una política económica y social neoliberal, avalando las privatizaciones, reformas laborales o desregulaciones del gobierno español, o llevando a cabo sus propias reformas neoliberales en Andalucía. Las políticas de empleo y desarrollo local se enmarcaron claramente en el neoliberalismo territorial propuesto desde la Unión Europea. Las “modernizaciones” de la Junta propias del “neoliberalismo progresista” cerraron el camino a cualquier alternativa política real que hubiera podido limitar o hacer retroceder a la dominación neoliberal. De este modo, se ha allanado el camino a la derechización de Andalucía.

Esta izquierda neoliberal o “nuevo progresismo”, al igual que en otros muchos lugares, aceptó el terreno de la batalla cultural y la guerra de valores

Esta izquierda neoliberal o “nuevo progresismo”, al igual que en otros muchos lugares, aceptó el terreno de la batalla cultural y la guerra de valores (“modernos”, principalmente población urbana y/o con estudios, frente a “retrógrados”, población de los pueblos y/o con menor nivel de estudios reglados), y redujo la contienda política a un conflicto de tipo cultural, aceptando el marco capitalista neoliberal. Así, dejó de lado las cuestiones materiales y, con ellas, a la mayor parte de las problemáticas de las clases populares: las desigualdades, la pobreza, la precariedad laboral, el aumento de mercantilización y financierización de las ciudades, litoral e incluso del medio rural y su agricultura. Este progresismo habla de “hombres y mujeres” como si fueran identidades culturales o simbólicas, en vez de hablar de los procesos materiales que crean cuerpos y vidas sexualizadas y racializadas, como diría Jule Goikoetxea. Y así, el abandono de lo material afectó de modo más intenso a las mujeres, andaluzas y migrantes, pues son ellas las que sufren en mayor medida el avance de las políticas económicas neoliberales. Y así, día tras día, permitimos “campos de fresas” donde la explotación es tan dantesca como la complicidad de autoridades y gran parte de la población permiten (y la resistencia es tan admirable como la realizada por colectivos como las “Jornaleras de Huelva en Lucha”).

Arterias oxigenantes

El agua no la aminoro/ yo voy a la fuente y bebo/ y el agua no la aminoro./ Lo que hago es aumentarla/ con las lágrimas que lloro (popular)

Poner coto a la desigualdad, la explotación, el extractivismo, la dependencia y marginación de Andalucía requiere de una alternativa real que tenga en cuenta lo económico, lo material. Cualquier alternativa transformadora deberá permitir que la gente que vive en Andalucía pueda tener capacidad para gestionar sus recursos, sin la rapiña del capital propio o ajeno. Frente al actual desarrollo territorial neoliberal o neoliberalismo territorial que pone Andalucía en manos del capital (local o foráneo), es preciso poner en marcha un desarrollo transformador que tenga como agentes básicos a la economía social transformadora.

En principio, esta economía social debe estar conformada por entidades socioeconómicas que antepongan los intereses de las personas a las del capital y que apuesten por otras formas de trabajar (diferentes al trabajo enajenado), por otro tipo de propiedad de los medios de producción (distintos a la propiedad privada) y por otro concepto del valor (que subordine el valor de cambio al valor de uso).

Para recuperar lo material y retomar una estrategia socioeconómica transformadora proponemos algunas líneas estratégicas que podrían servir para iniciar un necesario debate del que formen parte colectivos, partidos, sindicatos y movimientos que deseen avanzar en cambios transformadores para Andalucía. Entre las mismas podrían estar las siguientes: medidas para impedir la privatización de servicios y propiedad públicas; estrategias para dificultar los usos de los recursos andaluces guiados por la mercantilización y el valor de cambio sobre el valor de uso (vivienda, tierra, ciudad, sol, datos, etc.); impulsar una economía social transformadora guiada por el trabajo autogestionado, la propiedad comunitaria y el valor de uso; establecer estrategias para avanzar en autonomía/soberanías estratégicas (alimentaria, energética, digital, etc.)

Piden tierra y se la niegan/ tierra para trabajar/ hay otros que piden más armas/ para hacer la guerra/ y a esos sí que se la dan (José Domínguez, El Cabrero)

“La expropiación de los expropiadores” (Marx) requiere, como condición previa, de una fuerza material capaz de impulsarla. Para que en Andalucía se pueda dar una “rebelión de las masas” que aspiren a arrancar conquistas al Estado contrarias al capital es necesario crear unas mínimas condiciones materiales. Para ello, primero, hay que posibilitar que la gente pueda seguir viviendo en sus pueblos y ciudades. Para poder luchar se debe poder estar. Además, se deben crear condiciones para convencer de que es mejor la autonomía que la sumisión; que es posible la justicia y no vivir “del favor”; que merece la pena la apuesta por un cooperativismo que permita “vivir donde se quiera” con autonomía del capital. Es ahí donde la economía social transformadora debe ser una herramienta esencial para, al menos, posibilitar el mantenimiento en el territorio de personas dispuestas a la creación de un movimiento social transformador fuerte y autónomo.

En la medida que se pueda fortalecer el movimiento popular, será posible avanzar en arrancar al Estado conquistas, es decir, posicionamientos a favor de la vida y no del capital

En la medida que se pueda fortalecer el movimiento popular, será posible avanzar en arrancar al Estado conquistas, es decir, posicionamientos a favor de la vida y no del capital. Esos posicionamientos deberán, en primer lugar, frenar la mercantilización, privatización y apropiación privada de los recursos comunitarios, públicos o colectivos y, en segundo lugar, recuperar espacios, derechos y recursos para la comunidad y el uso común.

Tenemos casos de este tipo de desarrollo territorial transformador con base en la economía social transformadora, en “acciones colectivas plebeyas”. El principal es el proyecto cooperativo de Marinaleda, experiencia que ha resistido a las relaciones capitalistas de poder asimétricas que destruyen los bienes comunes. El proyecto se ha basado en tres elementos esenciales: la planificación pública-comunitaria que tiene por objetivo generar la mayor cantidad de empleo de calidad posible, la gestión cooperativa desde el trabajo autogestionado y la propiedad pública de la tierra. El proyecto ha sido capaz de generar empleo y riqueza de manera distribuida para la gente. Las fuerzas sociales y políticas de izquierdas se han consolidado como hegemónicas, principalmente porque han sido capaces de resolver las necesidades básicas de la gente.

Lo peor de la condena/ es cogerle el gusto/ a las cadenas (Isabel Escudero)

Nuestra obligación no es arreglar de modo inmediato esta situación de saqueo, sangrado. No existe un torniquete mágico. Nuestra obligación, más bien, es no atender al “realismo capitalista” que nos impone la incapacidad total del “no hay alternativa”. Nuestra obligación es “no cogerle el gusto a las cadenas” y nutrir nuestras arterias de oxígeno comunitario.

Es necesario generar prácticas económicas que permitan vivir en nuestro lugar en el mundo al margen de la lógica capitalista

Para ello, unas veces dentro y otras fuera del radar, es necesario generar prácticas económicas que permitan vivir en nuestro lugar en el mundo al margen de la lógica capitalista. Por ello, pensamos, imaginamos pasos para iniciar un carrera de fondo que no tiene una meta final, sino un camino infinito hacia una Andalucía, un mundo, donde la vida subordine al capital. Desde lo concreto, desde lo “micro”, desde casi lo “subterráneo”, ir creando bases sólidas sobre las que construir otra Andalucía. Porque nuestra obligación es no rendirnos, y aunque sintamos que siempre vamos perdiendo, no podemos sentirnos nunca derrotados.


(Escrito con la colaboración de Miguel Rodríguez Rodríguez)

Algunas referencias bibliográficas

Acosta Sánchez, J. (2002): “La dialéctica política en Andalucía. Partidos y autogobierno.” Revista de Estudios Regionales. 63, pp 101-136.

Arenas Posadas, C. (2022): “Lo andaluz. Historia de un hecho diferencial.” Ed. El Paseo.

Dardot, P., Laval, C., Sauvêtre, P,, Guéguen, H. (2024): “La opción por la guerra civil.” Ed. Traficantes de Sueños

Delgado Cabeza, M. (1981): “Dependencia y marginación de la economía andaluza.” Caja de Ahorros de Córdoba.

Federici, S. (2020): “Reencantar el mundo. El feminismo y la política de los comunes. Traficantes de Sueños.

García Jurado, O. :

  • 2024: “Aproximación al capitalismo andaluz.” Ed: Autonomía Sur, Talaios y El Taller.
  • 2023: En la raíz de un olivo. En línea https://esparragosytagarninas.wordpress.com/2023/10/17/en-la-raiz-de-un-olivo/

Goikoetxea, J. (2024): “Idealism and biologism in Social Reproduction Theory: A materialist critique”, Capital and Class, Volumen 48, Nº 2, páginas 211-230.

Mies, M. y Siva, V. (2016); “Ecofeminismo. Ed. Icaria.

.Moreno Navarro, I. y Delgado Cabeza, M. (2013): “Andalucía: una cultura y una economía para la vida.” Autonomía Sur.Talaios Kooperatiba (2023): “Sindicalismo y economía social para la transformación.” Ed: Fundación Manu Robles-Arangiz.

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