“¡Guerra a la guerra!”: diversidad sexual en lucha contra el rearme

por | May 12, 2025 | Disidencias, Feminismos/Disidencias

Las que vinieron antes fueron insumisas, lucharon contra la guerra de Irak, la mili, la OTAN o el genocidio en Palestina. Escribamos (sin olvidar la pluma) una nueva página en la tradición antiimperialista contra el rearme, la extrema derecha y los gobiernos que le abren camino.

“Septiembre de 1995. El Estado español registra una cifra de 100.000 insumisos al servicio militar. 200 de ellos en prisión. […] Son jóvenes. ¿A qué jóvenes se refiere? Muchos de ellos tienen vidas de maricas.” 

Así empezaba un texto de José Decadi en un dossier titulado “Levanten Nalgas!” de la organización Radical Gai en 1995. Hablaba de ese servicio militar como una escuela de castración de toda disidencia sexual hacia una masculinidad obediente y patriótica, así como de la necesidad de tender puentes entre la lucha contra “la mili” y la lucha por la liberación sexual. Estos ecos resuenan hoy y sirven para pensar un movimiento LGBTI, incómodo, transformador, que no se detenga ante los gobiernos capitalistas. Un movimiento así tiene que señalar que estos gobiernos son imperialistas y prepararse para combatirlos. En esta tarea tenemos una larga historia que preservar.

Si seguimos tirando de este hilo arcoiris nos podemos encontrar con otra experiencia de solidaridad cruzada entre la disidencia sexual y el antiimperialismo. También la Radical Gai desde Madrid en 1992 protestaba contra el bloqueo imperialista al pueblo cubano que agravaba las condiciones de vida de las clases populares en la isla. Lo hacía sin subordinarse a la burocracia castrista y sin obviar su hostigamiento histórico a la diversidad sexual. Así, titulaba “Cuba: Bloqueo no, sexual tampoco. Viva la Revolución Cubana. ¿Para cuando la revolución sexual en Cuba?”

En otros países, como EE.UU., este tipo de denuncia antiimperialista estuvo presente en el nacimiento de algunos activismos antisida. Emily Hobson señala en Red and Lavender como la organización ACT-UP recopiló otras experiencias previas de acción contra la crisis del VIH/SIDA a través de grupos del Área de la Bahía de San Francisco creados en 1984, como la Alianza Gay Latina, Gays por la Revolución Nicaragüense o Lesbianas y Gays contra la Intervención. Estos grupos tenían un fuerte sello antirracista y antiimperialista y se oponían a la intervención estadounidense en Nicaragua con lemas como «Lucha contra el SIDA, no contra Nicaragua» y «Condones, no contras«. Algunos de sus militantes además habían expresado en la década de 1970 su solidaridad con el pueblo chileno contra Pinochet protestando frente a las embajadas.

Históricamente, el combate contra la extrema derecha y el imperialismo ha estado estrechamente ligado a la lucha por la liberación sexual

Históricamente, el combate contra la extrema derecha y el imperialismo ha estado estrechamente ligado a la lucha por la liberación sexual. Así lo muestran los puntos de contacto en la década de 1990 entre la insumisión al servicio militar y el movimiento de la diversidad sexual o la participación de las luchas antipatriarcales en los 80 contra la OTAN y la presencia de sus bases, entre tantos otros.

Estos días, entre noticias de rearme, guerra y ultraderechistas hay una sensación de repetición. Se suceden discursos de la ultraderecha y de la Iglesia defendiendo que se nos puede “curar” como en el franquismo. Policías secretas merodean los espacios de ocio LGBTI y registran a personas por perfil queer y racial como en los años 80. Millonarios transfóbicos hacen gestos que se parecen sospechosamente a los saludos nazis de los años 30. Ofensivas LGBTIfóbicas que ya se ensayaron en el pasado aparecen junto a discursos de hombres viriles que no temen morir por la patria, otra vez… Tal vez tengamos que mirar también hacia atrás para señalar una tradición de lucha antiimperialista y antifascista de la diversidad sexual. Y pensar en sumarnos a un nuevo combate histórico.

El rearme militar le pone la alfombra roja a la extrema derecha y su LGBTIfobia

En los últimos meses hemos visto cómo Estados Unidos retiraba el pasaporte a personas trans e interrumpía tratamientos médicos, o cómo Hungría prohibía manifestaciones del orgullo LGBTI. Ultraderechistas de todo el mundo recortan derechos sexuales y reproductivos, hacen declaraciones contra “el wokismo y la ideología de género” y lanzan todo tipo de ataques antitrans.

La extrema derecha dice que los hombres de verdad van al frente y que “sólo hay dos géneros”. La historia nos enseña que cuando algo se intenta prohibir es porque sucede. Si hay que dictar leyes y campañas de intimidación para convertir en verdad oficial que “sólo hay dos géneros” es que no es cierto. Pero la extrema derecha no está sola a la hora de insertar su discurso.

Los hombres, al rearme, las mujeres, al rearme demográfico

A las ideas de derecha le abren el camino los gobiernos que aplican el programa imperialista y racista que la derecha querría. Los mismos gobiernos que hablaban de “defender” nuestros derechos para armarse hasta los dientes, tratando de pintar de rosa los bombardeos en Palestina o sus leyes antimigrantes. Esto es un ejercicio de homonacionalismo: vender estas políticas imperialistas como actuaciones con las que los estados defenderían a la diversidad sexual de los “peligrosos bárbaros extranjeros”. Por ejemplo, en 2024 en Francia era Macron quien hablaba de “rearme demográfico”. En 2025 hablaba de rearme militar, diciendo “la patria os necesita, necesita su compromiso”. Estas consignas tratan a la clase obrera como carne de cañón y animales de carga, cuyas pensiones y servicios públicos podrían destinarse a tanques y guardias fronterizos, pero cuya crianza habría que asegurar al menor coste posible. Los hombres, al rearme, las mujeres, al rearme demográfico.

En cada guerra imperialista los capitalistas han intentado preparar a una generación joven para la guerra, frecuentemente usando ideas chovinistas, patriarcales y racistas o usando el autoritarismo y la represión si el poder de convicción no funciona. Los gobiernos ultraderechistas en Polonia, Hungría o Rusia han incrementado la persecución a la diversidad sexual como parte de una operación ideológica contra el enemigo interior, como un agente de los valores que contaminan y debilitan la patria.

Por eso, las luchas contra las políticas imperialistas que alimentan a la extrema derecha internacional y las luchas contra las ideas misóginas, racistas, LGBTIfóbicas y antiobreras de la derecha van de la mano. Pero ¿por qué pensamos hoy en día en combinar la batalla por la liberación de género y contra el militarismo imperialista?

No es la primera vez que nos organizamos contra el rearme en Europa

1914. Millones de trabajadores fueron enviados a matarse y morir en la guerra imperialista para defender el interés de los capitalistas. Estos pusieron a funcionar al máximo la propaganda del belicismo imperialista, de la masculinidad que no rechaza ir al frente y la feminidad que trabaja obediente y cuida hijos y soldados para la patria.

“¡Guerra a la guerra!” Fue una consigna del revolucionario alemán Karl Liebknecht en un escrito de 1914 firmado junto a la dirigente revolucionaria Rosa Luxemburgo, que señalaba que “¡el enemigo está en casa, volved vuestros fusiles!” para que la guerra imperialista se transformara en una guerra contra los capitalistas. La revolución se configuraba como el freno de emergencia a la guerra, pero también como la oportunidad para encontrar una vida libre de opresión ante los ojos de millones, también para quienes buscaban algún tipo de liberación de género. En esta rica experiencia histórica participó el movimiento por la despenalización de la diversidad sexual.

Hace tiempo que nuestros gobiernos saben que las crisis y escenarios bélicos pueden abrir el camino a estallidos sociales

En el movimiento destacaba el Comité Científico Humanitario (WhK), de carácter reformista, en 1914 se subordinó a su gobierno y aplazó la lucha “hasta que ganemos la guerra”. Unos años después, en 1918 su principal dirigente, Magnus Hirschfeld, defendía en un mitin “el socialismo, la comunidad de los pueblos, la lucha contra el racismo y el chovinismo nacional, el derecho de los pueblos a la autodeterminación en su relación con el Estado y su forma de gobierno”. ¿Qué sucedió para que se produjese este cambio? Venía una oleada revolucionaria que se extendía desde Rusia hasta Alemania. Hace muchas generaciones que nuestros gobiernos saben que las crisis y escenarios bélicos pueden abrir el camino a estallidos sociales.

“La generación Z luchará”. ¿Para quién? ¿Para qué?

En 2023, un artículo de dos altos cargos del ejército estadounidense decía que “los soldados jóvenes y los reclutas potenciales están confundidos sobre lo que es la competencia entre las grandes potencias. La Generación Z puede luchar y luchará.» En menos de dos años esta idea ha cobrado relevancia en los discursos y presupuestos de los gobiernos europeos. Luchará, ¿para quién? ¿Para qué? La respuesta a estas preguntas depende de nuestra organización.

Hay dos ideas clave —entre otras— en este cruce que permite pensar una política internacionalista contra el imperialismo y por la liberación sexual y de género. Primero, la idea de coordinar las luchas contra la extrema derecha con las fuerzas de los movimientos de mujeres, LGBTI, antirracistas y las organizaciones obreras para golpear con un solo puño contra las ideas y políticas reaccionarias. Pero también hay que denunciar la trampa del homonacionalismo y combatir posturas racistas, defendiendo la independencia política respecto a los gobiernos en los movimientos feministas y LGBTI.

Hay que señalar la hipocresía del neoliberalismo progresista y su responsabilidad en el auge de la derecha

Por otra parte, hay que señalar la hipocresía del neoliberalismo progresista y su responsabilidad en el auge de la derecha. Es parte del combate a la internacional reaccionaria y su odio misógino, LGBTIfóbico y racista, que pretende disciplinar, dividir y enfrentar a la clase trabajadora y a los sectores populares para que sus ataques sean tolerados y acepten sus tambores de guerra. Una salida por abajo que enfrente al imperialismo y la ultraderecha internacional también tendrá que contar con las fuerzas de la diversidad sexual.

Por eso es una idea clave la movilización contra el rearme en las calles, los centros de estudio y los centros de trabajo, de forma independiente de los gobiernos y partidos capitalistas. Otra de estas ideas clave es la unidad con los pueblos oprimidos del mundo y la autoorganización obrera y de los sectores populares, contra la Europa del capital y la guerra. Desde una postura internacionalista es más fácil combatir además las opresiones sexuales y de género, arrinconando los discursos homonacionalistas que usan nuestros derechos para justificar invasiones y bombardeos.

Necesitamos muchas fuerzas para frenar una ofensiva histórica. El impulso de la autoorganización de base y la unidad de las luchas permite extender las ideas antirracistas y antipatriarcales entre sectores más amplios de la clase trabajadora. La construcción de estas fuerzas no nace de la noche a la mañana, sino que va unida a los hechos de la lucha de clases y su viabilidad es probada en los mismos. Necesitamos desorganizar a los capitalistas y sus planes de rearme, y organizar la unidad de la clase trabajadora y los sectores populares. Esta unidad es un gran apoyo para cerrar las grietas por donde se cuela la LGBTIfobia, el racismo o el machismo que nos enfrentan entre sí. Esta unidad también puede crecer mejor en los momentos de lucha y coordinación. Para buscar puntos de apoyo a estas propuestas podemos mirar en todo el mundo.

Es necesario enmarcar la lucha por la liberación de afectos, géneros y sexualidades como una tarea más de la lucha de clases

Vemos las movilizaciones en Estados Unidos contra los planes transfóbicos y antimigrantes de Trump, sumando una experiencia de solidaridad. Podemos ver las luchas masivas en Serbia o Turquía, que tras les estudiantes comenzaron a reunir a un número creciente de sectores de la sociedad contra regímenes reaccionarios. Seguimos con atención las movilizaciones que en Argentina unen a la diversidad sexual con jubilades, jóvenes y sectores obreros en lucha. En algunas de estas peleas tenemos la suerte de poder participar como corriente internacional.

En esta lucha nos vamos a encontrar muchos miembros de la diversidad en todo el mundo. Contra su internacional reaccionaria, construyamos una internacional revolucionaria, antirracista y antipatriarcal, que ponga en el centro a la clase trabajadora en su diversidad, la que es capaz de desbaratar su maquinaria de guerra. En ese horizonte es necesario enmarcar la lucha por la liberación de afectos, géneros y sexualidades como una tarea más de la lucha de clases.

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