Entre la caída de Milei y la cautela peronista: ¿qué se juega Argentina?

por | Oct 14, 2025 | Mundo

Dos años de gobierno libertario han llevado a Argentina al borde del colapso. Con el desempleo real en 23%, escándalos de corrupción y el dólar disparado, Milei viaja a EEUU para negociar un rescate de 20.000 millones que podría costar la soberanía sobre recursos estratégicos.

En la recta final de las elecciones legislativas del 26 de octubre, Javier Milei ha sufrido una dura derrota en la provincia de Buenos Aires. Esta ha agravado la crisis política, al tiempo que ha puesto en jaque su capacidad de gobernar. Su partido, La Libertad Avanza, se ha visto penalizado por el desgaste de la gestión de gobierno y porque en realidad carece de una estructura política y burocrática sólida. El gobierno depende excesivamente del liderazgo carismático y comunicativo de Milei. Mientras tanto, el peronismo celebra y respira. Se consolida como la única oposición viable, aunque la enorme volatilidad del electorado y la creciente abstención no le garantizan un resultado análogo el próximo mes. En el fondo de la disputa política, la situación económica se aproxima a un escenario de crisis y el gobierno se ha visto obligado a solicitar ayuda a Estados Unidos. La inestabilidad parece garantizada.

Al considerar la crisis política con algo de detalle. Milei se ha enfrentado en las últimas semanas a un contexto mediático dominado por la corrupción que afecta a su hermana, Karina Milei. Esta ocupa el cargo de Secretaria General de la Presidencia de la Nación1. Frente a este escándalo, y de cara a las elecciones en Buenos Aires —donde se concentra el 40% del censo electoral— y en sintonía con el discurso de la Internacional Reaccionaria, la estrategia del mileísmo se ha centrado en el discurso securitario, reseñando algunos casos de asesinatos y episodios de inseguridad en la provincia gobernada por Axel Kicillof. Economista de formación keynesiana y “marxista”, Kicilllof se ha consolidado como la principal figura del peronismo tras la detención y condena a prisión domiciliaria de la expresidenta Cristina Kirchner.

A pesar del posible efecto electoral que haya tenido la corrupción de la hermana de Milei (que no es aislado y que se suma a una creciente lista en la que el más sonado fue la mundialmente famosa criptoestafa “$Libra”), lo determinante en esta elección parecería haber sido, como siempre, la situación económica. Pese a los anuncios del gobierno de «sacar a 12 millones de personas de la pobreza», ni siquiera algunos empresarios beneficiados por las políticas neoliberales adoptadas por Milei parecen apoyar un plan de ajuste que no ha logrado más que mantener en niveles tolerables la siempre presente inflación argentina.

Historia de un fracaso económico

La actualidad económica argentina, más allá de los debates electorales, es por tanto, seguramente, la clave para interpretar lo que está por venir. El primer escollo de Milei en este marco es, sin duda, el desempleo. Nominalmente, de acuerdo a las estadísticas oficiales, el número de personas en situación de desempleo ha pasado del 5,7 al 7,9 % durante ese gobierno. Sin embargo, debemos tener en cuenta que en el mercado laboral argentino casi la mitad de la población tiene un empleo no registrado.

Además, en la última década, el crecimiento de la subocupación y de la economía de plataforma dificulta todavía más la evaluación de los datos de ocupación y desempleo. De hecho, aunque una parte importante de la población encuentre “algo que hacer”, lo cierto es que el nivel de desempleo podría situarse en cerca de un 23%, y ello sin considerar estas formas extremadamente precarias y discontinuas de ocupación. De fondo se constata un deterioro acelerado del empleo como forma de integración para una parte creciente de la población, en línea con lo que sucede en el resto del globo.

Como efecto colateral, se ha cuantificado también una importante caída del consumo en casi todos los apartados (alimentos, ropa, bienes duraderos, inmuebles y vehículos). Solo se ha experimentado un pequeño aumento del consumo en algunos bienes importados, lo que se explica en parte por la liberalización de la entrada de productos extranjeros y los viajes al extranjero (lo que solo afecta al 20% de la población que ha mantenido o mejorado su situación económica durante este bienio). En términos desestacionalizados, el nivel de consumo es similar al de 2017, en plena devaluación y crisis del gobierno de Mauricio Macri.

En esta misma dirección, también durante la última temporada se ha producido un desmedido aumento de las tarifas de servicios. Resulta difícil dar cifras concretas considerada la diversidad de las regiones de Argentina, pero hacia mediados de este año se estimaba que el gasto promedio para una familia en la ciudad de Buenos Aires había aumentado un 600% en electricidad, gas, agua y transporte.

Conviene recordar que las raíces de todo este gran proceso de pauperización del proletariado de la argentina se encuentran en la década de 1970

Conviene recordar que las raíces de todo este gran proceso de pauperización del proletariado de la argentina se encuentran en la década de 1970, en la gran ofensiva de clase —genocidio mediante— que culminaría en el “Proceso de Reorganización Nacional”, dentro del marco de la última dictadura que vivió el país entre 1976 y 1983. Durante dicho período se asentaron las principales contradicciones que aquejan a la economía nacional hasta hoy: alta inflación, endeudamiento creciente del sector público, bimonetarismo (dólar-peso) y falta de divisas extranjeras en el Banco Central. Si bien en algunos períodos —como entre 1991-1997 o en la “década ganada”2 de 2003-2013— se pudieron observar algunas contratendencias, estos factores han seguido agravándose desde entonces.

En este sentido y por volver a la situación actual, a pesar de la amplia disponibilidad de energía, minerales y productos agrícolas estratégicos, el gobierno no ha podido prácticamente garantizar nuevas inversiones extranjeras. Conviene considerar que este fue uno de los principales objetivos de Milei, y tal y como se manifestó en la puesta en práctica del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones), un esquema generosísimo donde se minimizan las retenciones e impuestos al capital foráneo, siempre en el marco desarrollista de la política argentina, que “condena al país a la producción de commodities, sin valor agregado industrial y bajo un régimen extractivista y expoliador”. Para contrarrestar esta falta de capitales extranjeros, el gobierno ha contado, no obstante, con la entrada de divisas que ha producido la cosecha récord del agronegocio (estimadas en 31.564 millones de dólares), además de 31.000 millones que ingresaron como parte del llamado “Régimen de Regularización de Activos” (un blanqueo fraudulento que benefició entre otros a evasores de impuestos y narcotraficantes).

Y sin embargo, el peso continúa depreciándose debido a la inagotable demanda de dólares que caracteriza a la economía argentina. Esto implica el siguiente circuito: el Banco Central vende las divisas extranjeras que posee para intentar estabilizar la balanza de pagos y, como no se obtienen endógenamente suficiente cantidad de divisas por medio de la exportación, se termina siempre recurriendo al endeudamiento externo. Además de los 50 mil millones que contrajo Macri en 2017, Milei firmó este mes de marzo un arreglo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) de 23.100 millones de dólares, de los cuales ya se han entregado tres cuartos.

Si el gobierno no puede contener el precio del cambio peso-dólar, este se trasladará al resto de precios de la economía argentina haciendo estallar esa supuesta “baja inflación”

Estas conmociones ponen en grave riesgo los presupuestos del plan económico de Milei para controlar el gasto y la inflación. Tras años turbulentos en los que se rozó la hiperinflación, solo se ha logrado estabilizar este índice en torno al 2 % mensual, un número que, de todos modos, sigue siendo muy elevado para los estándares internacionales. Tengamos en cuenta además que, si el gobierno no puede contener el precio del cambio peso-dólar, este se trasladará casi de inmediato al resto de precios de la economía argentina haciendo estallar esa supuesta “baja inflación”. Es así como la crisis inflacionaria se traslada al conjunto de la población, lo que impacta particularmente en los estratos mas proletarizados de la sociedad argentina.3

Respecto al superávit fiscal, resulta inevitable exponer lo falaz que es declarar esta situación en un contexto de parálisis de cualquier tipo de obra pública nacional, junto a los fuertes recortes en el sistema de pensiones así como en la educación y la sanidad públicos. Como es bien conocido, el gobierno de Milei ha reducido al mínimo el gasto en muchas servicios del Estado (menos las fuerzas represivas, claro está), al tiempo que abandonaba a su suerte las infraestructuras esenciales del país, siempre con el propósito de declarar un superávit estrictamente nominal.

La supuesta eficiencia resultante del proceso de “desburocratización” y achicamiento del Estado llevado adelante por el flamante «Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado» presenta, obviamente, importantes fisuras. Hace apenas unas semanas salió a la luz que 200.000 pasaportes emitidos por el gobierno tienen que rehacerse por presentar numerosas fallas de seguridad. De otra parte, hace más de un año que no se emiten matrículas para vehículos, debido a un problema de suministros y a un conflicto entre el gobierno y el Registro del Automotor. Pero esas cuestiones resultan casi anecdóticas cuando se cotejan con la mayor crisis farmacológica de la historia argentina. Hacia principios de septiembre se contabilizaban ya 96 muertes como resultado de la distribución de una partida de fentanilo adulterado. Después de semanas en las que tanto el gobierno de Milei como el kirchnerismo han intentado responsabilizarse mutuamente, no se ha producido todavía ningún cambio o dimisión en el seno del Ministerio de Salud.

La combinación de todos estos factores debería augurar una derrota generalizada del “libertarianismo” en estas elecciones de medio término. Sin embargo, la política argentina se caracteriza por su incertidumbre y volatilidad. Un resultado posible es que Milei obtenga un escueto triunfo, que explotaría narrativamente con el fin de dar aire a La Libertad Avanza durante la segunda mitad de su mandato.

Sea como sea, quien ya ha tomado nota es el llamado “círculo rojo”, la gran burguesía que brindó el soporte mediático y económico que hizo despegar al “outsider” Milei. Este grupo de altos empresarios, operadores financieros y lobbistas está actualmente a la búsqueda de una alternativa o al menos de un plan de salida. Los rumores indican que se decantarían por alguna figura del ala más conservadora del peronismo, como el gobernador de Córdoba Juan Schiaretti, o el de La Rioja, como Ricardo Quintela. Otra posible candidata para esta operación es la vicepresidenta Victoria Villarruel. La ultraconservadora y reconocida defensora de los genocidas de la última dictadura, ha tomado distancia del presidente desde hace más de un año, acumulando numerosos gestos de cercanía con los sectores más derechistas del peronismo.

Un gobierno que comenzó su mandato con un aura casi mística parece hoy vapuleado en todos los frentes

Aunque todavía no se puede declarar el game over para Milei, su situación dista mucho, por tanto, de corresponder con la “nueva época” que se anunciaba a fines de 2023. Un gobierno que comenzó su mandato con un aura casi mística, aprobando leyes con una velocidad inusitada y llevándose a todo el arco opositor por delante, parece hoy vapuleado en todos los frentes. Además, su capacidad de respuesta se ve sumamente cercenada por las tensiones internas de su gabinete. Los “jóvenes libertarios” que se reclaman portadores del proyecto original de La Libertad Avanza están librando su propia batalla digital contra los políticos arribistas del PRO, la UCR e incluso algunos kirchneristas que recientemente han engordado las filas libertarias. Para los que estuvieron desde el principio resulta difícil de digerir la decisión de nutrir con políticos profesionales (“la casta”) el aparato libertario.

Tan pronto como se conocieron los resultados de la elección provincial en Buenos Aires, Milei dio un discurso que, pese a una inusual serenidad, fue contradictorio y derrotista, invocando una supuesta autocrítica, al tiempo que aseguraba que nada cambiará. Al día siguiente, mientras que el Merval (el índice bursátil argentino) caía un 14%, el precio del dólar picaba alto y el Riesgo País (índice elaborado por la JP Morgan que estima el riesgo de impago de deuda) superaba los 1.000 puntos, el vocero presidencial anunció la formación de una “mesa política” compuesta por los mismos secuaces que integran el gobierno desde su comienzo. Como única novedad, Milei designó a un nuevo ministro del Interior con el fin de asumir la difícil tarea de retomar un marco de alianzas con los gobernadores no kirchneristas. Un gobierno que no quiso negociar cuando se sentía fuerte, ahora en este momento de debilidad no parece encontrar con quién pactar. Milei sabe que no puede pagar el alto precio que le van a pedir sus potenciales aliados.

¿Todos unidos triunfaremos?

El mayor beneficiario de la debacle mileísta no es otro que el movimiento político responsable de poner al “topo”4 al frente del ejecutivo. Entre 2019 y 2023 —con Alberto Fernández como presidente, y Cristina Kirchner como vicepresidenta— el peronismo llevó adelante un programa económico desastroso que hizo escalar la inflación anual hasta un 200%, al mismo tiempo que se profundizaban las divisiones internas del propio peronismo. El agotamiento de esta fuerza, sumado al descrédito de la derecha más moderada (Macri), que fracasó de igual modo entre 2015 y 2019, condujo al triunfo popular al mediático Milei en las urnas.

El descrédito del peronismo todavía continua latente en la mayor parte de la población argentina. La reciente victoria electoral no debe leerse, por tanto, de forma superficial, como un alineamiento del pueblo con “su doctrina”. Tanto Kicillof como los otros líderes son conscientes de ello. Y por eso han optado por una estrategia de perfil bajo y de laissez faire al oponente. Como diría un Juan Domingo Perón recién exiliado en 1955, cuando le preguntaron cuál iba a ser su estrategia de vuelta al poder: «Todo lo harán mis enemigos».

Para el peronismo es mucho más conveniente que sea la derecha quien realice los ajustes y las reformas laborales

No obstante, sería demasiado simplista calificar de enemigos a estas dos fuerzas en pugna. Para el peronismo —tal y como han hecho numerosas veces las socialdemocracias o las izquierdas parlamentarias a lo largo de la historia— es mucho más conveniente que sea la derecha quien realice los ajustes y las reformas laborales, sociales y tributarias. Mientras tanto, desde una oposición más bien performática, el peronismo puede aprovechar para ordenar su aparato interno, y acelerar el postergado “trasvase” generacional detrás del cual tratará de ocultar a muchos de los responsables del calamitoso gobierno previo.

En este sentido, el discurso de la mayoría de los comunicadores de Fuerza Patria respecto al escenario de crisis del oficialismo es: “Que Milei gobierne hasta 2027. Que se haga cargo la derecha del desastre que está generando”. Estos opinólogos también han hecho referencia a un potencial efecto pedagógico que podría tener en las masas presenciar una debacle como la que se avecina, en una nueva versión de “cuanto peor, mejor”. Así, aunque algunos pocos hablen de la posibilidad de llevar a cabo un juicio político5 a Milei, hasta ahora no ha habido signos claros de querer oponerse frontalmente al rumbo del gobierno. Sin ir más lejos, la CGT (única central sindical y “columna vertebral” del movimiento peronista) apenas ha realizado tres jornadas de huelga general en todo este periodo. Durante este último año, los sindicatos han aceptado, de hecho, aumentos salariales muy por debajo de la tasa de inflación.

En todo este período, el peronismo solo ha luchado, en realidad, por recuperar su imagen de partido de gobierno. En esa línea se puede leer el énfasis de Kicillof en el rol de las fuerzas de seguridad para garantizar la reciente jornada electoral; o los guiños hacia la policía y la gendarmería de Juan Grabois (otra figura importante de la “izquierda peronista”) en prácticamente cada intervención en los medios de comunicación. Por si quedaba alguna duda, el movimiento justicialista (personista) es un partido de orden. Sus representantes se encargan de recordarselo constantemente a las fuerzas de orden, lo que no les impide encabezar, con relativo éxito, las más multitudinarias manifestaciones opositoras: la “Marcha del Orgullo antifascista y antirracista” del 1 de febrero y las movilizaciones contra la desfinanciación universitaria, la última de las cuales se realizó el pasado 12 de septiembre.

El descontento social ha crecido, hasta el punto de que Milei ha sido apedreado en varias partes del país.

En las últimas semanas, el descontento social ha crecido, hasta el punto de que en plena campaña electoral, Milei ha sido apedreado en varias partes del país. Tras casi dos años de represión, especialmente contra las manifestaciones de jubilados y pensionistas, el gobierno parece ya no ser capaz de aplicar su rimbombante “protocolo anti-piquetes”. Milei ha “perdido la calle”, resta saber si perderá también el pulso del poder.

Un gran y hermoso rescate

En la recta final de este mes de octubre, todos los ojos están puestos en el tipo de cambio. El disparado precio del dólar ha obligado a reaccionar al Banco Central. El viernes 19 de septiembre desembolsó 678 millones de dólares para evitar la depreciación del peso, sumando en total una pérdida de reservas de 1.110 millones, solo en esa semana.

¿Qué herramientas tiene el gobierno para evitar un escenario de fuerte devaluación, que sería seguramente su puntilla final? Por un lado está la posibilidad de restablecer el “cepo” cambiario. En otras palabras, se trataría de volver a limitar la cantidad de dólares que pueden adquirir las personas físicas. Incluso hay quienes aventuran que podría ocurrir algo más… la posibilidad de un retorno del “corralito”, la histórica medida de limitación semanal de retiro de efectivo, que implementara el moribundo gobierno de Fernando De la Rúa semanas antes del estallido social del 19 y 20 de diciembre de 2001.

La gran mayoría de economistas plantean un escenario casi imposible de cara a la devolución de la deuda estatal

Por si esto fuera poco, el fantasma del default ha vuelto a hacer su aparición en el Río de la Plata. La gran mayoría de economistas plantean un escenario casi imposible de cara a la devolución de la deuda estatal. Los títulos argentinos en moneda argentina caen desde hace semanas. Y el viernes 19 de septiembre cayeron en picado, hasta empujar el Riesgo País a los 1.450 puntos (una subida de casi 100% en todo el mes de septiembre).

Con una economía debilitada en todos los flancos, el ministro de economía Luis Caputo viajó a EEUU a principios de octubre con el objetivo de lograr alguna ayuda excepcional por parte de Donald Trump y estos días Milei se encuentra de visita oficial en este país. A primeras horas de la mañana, antes que abrieran los mercados, el Secretario del Tesoro Scott Bessent publicó en la red social X una declaración de apoyo incondicional a la Argentina, «un aliado sistemáticamente importante de EEUU en América Latina». Acto seguido, la situación crítica de algunos indicadores económicos se revirtió parcialmente y comenzaron las especulaciones sobre el tipo de rescate económico, y bajo qué condiciones y contraprestaciones, se realizaría.

A día de hoy no hay todavía precisiones definitivas respecto a los aspectos técnicos del rescate

A día de hoy no hay todavía precisiones definitivas respecto a los aspectos técnicos del rescate. Otro tweet de Bessent daba indicios de que se estaría negociando un swap (permuta financiera) por un valor aproximado de 20.000 millones de dólares. Este instrumento financiero, aunque en la práctica cumplirá la función de un préstamo, presenta algunas sutilezas técnicas y sobre todo jurídicas. Un swap no necesita ser discutido y aprobado por el poder legislativo argentino, y con un simple decreto presidencial de Milei podría hacerse efectivo. De esta manera, Estados Unidos se blindaría ante un potencial (aunque improbable) impago ante un futuro gobierno que alegue ilegitimidad de esta deuda.

De concretarse este arreglo, sería una circunstancia excepcional solamente comparable a lo ocurrido en 1994, cuando el gobierno de Clinton extendió una línea de crédito a México por el mismo valor nominal, 20.000 millones, pero con un valor real de más del doble si lo ajustamos a la inflación. En aquel entonces México atravesaba una crisis cambiaria y de falta de divisas que presenta algunas similitudes con la Argentina actual. Es importante remarcar que, para concretar esa operación, se tuvo que poner como colateral las ganancias de PEMEX (Petróleos Mexicanos). ¿Pasará lo mismo hoy con Vaca Muerta, el gigante foco de producción no convencional de petróleo en la Patagonia?

En cuanto a las condiciones que deberá cumplir Argentina hay muchos rumores en relación a contratos confidenciales sobre derechos de explotación de tierras raras, litio, etc. Lo que ya se ha dejado claro desde el Tesoro de los EEUU es que Argentina deberá cancelar el swap que mantiene todavía vigente con China, y deberá comprometerse a evitar entrar en negociaciones similares con el otro gran hegemón contemporáneo. Muchas más dimensiones geopolíticas en torno a este salvataje están fuera del alcance de este texto. En todo caso, tengamos en cuenta que el perfil político de los gobiernos de los principales países sudamericanos presentan una tendencia a alejarse de EEUU y acercarse al marco de alianzas comerciales de los BRICS. Eso hace que para Trump resulte especialmente importante favorecer la continuidad de un aliado al mando de la República Argentina.

Quedan solo unos días para las elecciones de medio término que parecerían ser casi tan decisivas como las presidenciales. Milei parece haber ganado tiempo, o al menos parece haber conseguido detener la hemorragia para llegar con posibilidades. El peronismo calcula y espera, mientras se presenta como la única alternativa razonable. Argentina se encuentra al borde de una crisis económica que podría ser la mayor de su historia, mientras que su destino se define también en la encrucijada de la guerra comercial imperialista global.

  1. El impacto de esta crisis ha sido agravado por la falta de una narrativa explicativa. El mileísmo se ha limitado a expresar que es “una operación” kirchnerista o a argumentar que es una mentira que forma parte de la disputa interna al interior de La Libertad Avanza. Incluso han llegado a afirmar que podría haber un apoyo de la inteligencia rusa en la revelación de algunos audios con la voz de Karina Milei provenientes de reuniones internas en la Casa Rosada, lo cual ha generado una petición diplomática de disculpas por parte del Kremlin. ↩︎
  2. Llamada así por la nostalgia kirchnerista, fue un proceso de relativa estabilidad y aumento del salario real, basado sobre todo en los altos precios internacionales de la soja, el maíz y el trigo, y en una revolución técnica agrícola que genera hasta el día de hoy enormes problemas ecológicos y sanitarios en gran parte del país. ↩︎
  3. De acuerdo al Indec (Instituto Nacional de Estadística y Censo) la pobreza alcanzó el 52,9% en el primer semestre de 2024, lo que representa un aumento de 11 puntos respecto al segundo semestre de 2023, y desde la asunción de Javier Milei al poder en diciembre del mismo año. Este incremento afecta a cerca de 25 millones de personas en Argentina. Los resultados superan las expectativas, marcando la tasa de pobreza más alta en los últimos 20 años (en 2004 fue del 56,8%). ↩︎
  4. En 2024 Milei le confesó a la periodista estadounidense Bari Weiss: «Amo ser el topo dentro del Estado, yo soy el que destruye el Estado desde dentro» ↩︎
  5. Mecanismo análogo a la “moción de censura” en los regímenes presidenciales. ↩︎

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