Revuelta y representación: una perspectiva desde la batalla por Los Ángeles

por | Jun 25, 2025 | Destacados

Cuando la furia lumpen y proletaria dirigió su violencia contra la represión estatal y la propiedad privada: una historia de los disturbios contra la persecución de migrantes en la era Trump.

Publicado originalmente en heatwavemag.info el 16 de junio de 2025.

Los Estados nación se convierten en agentes aduaneros del capital. No hay gobiernos, solo hay una Patrulla Fronteriza con diferentes colores y diferentes banderas.— El Capitán Marcos

El capital postula a la humanidad solo para abyectarla.— Decompositions

Porque a veces toda la estructura se resquebraja.— Fredy Perlman

Va a ser un verano largo y caluroso. La Guardia Nacional se ha enfrentado cara a cara con la policía local de Los Ángeles equipada con material antidisturbios. La Migra fue sorprendida tratando de escapar de los ladrillos que le lanzaban entre Compton y Paramount. Miles de personas marcharon y se enfrentaron a los maderos en las autopistas, donde fueron recibidos con gases lacrimógenos y balas de goma. Señoras vendían perritos calientes entre batalla y batalla, en la autopista o en las calles, con banderas palestinas ondeando junto a banderas mexicanas, salvadoreñas y guatemaltecas. Negros y marrones, encapuchados y escapando de las detenciones, se unieron en escaramuzas callejeras. Migrantes enfrentándose a la poli. Cholos pintarrajearon centros de detención. Patinetes eléctricos Lime fueron lanzados desde un puente sobre los vehículos de la policía, ahuyentando a los maderos. Jóvenes atacaron a la migra con piedras, quemando vehículos, desatando su rabia con nada más que con su implacable audacia. Un pequeño detalle llamado espontaneidad; la furia lumpen y proletaria dirigió su violencia contra la represión estatal y la propiedad privada.

El disturbio aparece cada vez más como la figura central del antagonismo político

Los escombros acumulados de estos enfrentamientos yacían esparcidos por las calles como confeti, restos de una rabia digna, que decoraba los barrios de Los Ángeles todavía en rebelión. En cuanto al panorama actual de la lucha, Joshua Clover lo expresó de forma inmejorable: «Las luchas obreras han quedado en su mayoría reducidas a acciones defensivas desiguales, mientras que el disturbio aparece cada vez más como la figura central del antagonismo político, un espectro que va saltando de los debates insurreccionales a los ansiosos estudios gubernamentales, pasando por las brillantes portadas de las revistas.».1 En Los Ángeles, ningún partidario de la lucha comunista y anarquista ha quedado al margen de los disturbios, las revueltas o las rebeliones localizadas. La punta de la lanza se ha ido afilando desde el levantamiento de Watts de 1965, los disturbios de Los Ángeles de 1992 y la rebelión de George Floyd de 2020, y está lista para golpear. Es la «centralidad social intransigente» identificada por Clover la que guía nuestra visión, donde la propiedad privada se convierte en el medio y el objeto de la rabia proletaria racializada. Como escribió el grupo prosituacionista 1044 de Berkeley en 1970 (bajo el nombre de Herbert Marcuse): «La mercancía es el corazón del espectáculo».2 Ahora, como entonces, la relación de los proletarios racializados con el capital se ha demostrado en la propia destrucción de las mercancías y la propiedad. Esta revuelta no solo ha sido un acto de expropiación. Buscaba quemar este infierno tecnológico, o al menos sus tecnologías. Sus destellos permanecen en nuestra memoria, capturados por las cámaras y las retransmisiones en directo para que los vean los grandes capitalistas: «Que los capitalistas se lamenten por el millón de dólares en daños».3

Fue el disturbio espontáneo lo que encendió el alma de los proletarios racializados

No es de extrañar que el ICE huyera. No pudieron sofocar la revuelta. Para ellos, se suponía que iba a ser un secuestro coordinado en múltiples geografías con el objetivo de llevar a cabo deportaciones en masa. En contra de su operación se encontraron con las fuerzas del antagonismo racializado de la clase proletaria. La Migra encontró refugio bajo la benevolencia del Estado, con Donald J. Trump ordenando el despliegue de la Guardia Nacional de California, una acción que no se veía desde 1965. Jodidos imbéciles. Desataron una guerra de clases urbana contra los trabajadores, ciudadanos con y sin papeles, sin esperar una explosión de resistencia desde los barrios, los guetos, los barrios marginales y los tugurios que rodean el centro de la ciudad. En Los Ángeles, el ICE ha hecho redadas en los medios de producción, de circulación y en los puntos conflictivos donde los jornaleros soportan el sol abrasador. Fábricas de ropa, como Ambiance Apparel. Centros de jornaleros. Home Depot. Graduaciones de instituto. Las propias calles. El proletariado de Los Ángeles respondió con una fuerza asimétrica: con sus manos, sus cuerpos y sus pintadas en las paredes: «Muerte a Amerikkka». «Que se joda el ICE». «Nadie es ilegal». Pudimos saborear un poco de la «anarquía marrón» mezclada con las patrullas de autodefensa comunitaria organizadas desde la toma de posesión de Donald J. Trump.4 La escalada a través de la revuelta proletaria fue la única respuesta a este terror de Estado. Fue el disturbio espontáneo lo que encendió el alma de los proletarios racializados, a pesar de que la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, afirmara que los daños fueron causados por «agitadores externos».

El 6 de junio fue el comienzo. Todo empezó con la detención de David Huerta, presidente del Sindicato Internacional de Empleados de Servicios y del Sindicato de Trabajadores Unidos del Oeste, durante una redada coordinada del ICE en el centro de Los Ángeles. Le dispararon con una pistola eléctrica. Le golpearon en la cabeza mientras estaba boca abajo en la acera. Le hospitalizaron. Le detuvieron. Quince trabajadores textiles sin papeles, migrantes zapotecos, fueron secuestrados ese mismo día y trasladados a un centro de detención cercano. Y al día siguiente, y al otro.

El 8 de junio, recibimos noticias de Cuauhtli, que se encontraba en el centro de Los Ángeles esa semana y nos informó de lo siguiente:

«Es hermoso ver la destrucción de esta jungla urbana. Pero muy cerca de nuestra protesta en Little Tokyo, la vida seguía como siempre: la sociedad consumista. Los turistas se divertían. Los hipsters tomaban fotos bonitas. La gente estaba de fiesta. Así es la vida en las entrañas del imperio. El núcleo en una manzana. La periferia en la siguiente. Tenemos los números, la energía, las habilidades para manifestarnos, ocupar las calles, protestar, cantar, marchar y enfrentarnos a la migra. Pero estamos mal organizados. Me pregunto: ¿quiénes coño somos nosotros? ¿Es posible hacer algo más que recurrir a la clásica estrategia de la manifestación masiva? ¿Ser detenidos al final del día o volver a casa para despertarnos al día siguiente y encontrar lo mismo? ¿Estamos preparados para lo que vendrá después? ¿El día después? Ojalá vivamos para no ver nada más que la tierra de nuevo.»

«Queremos mano de obra mexicana, pero no queremos mexicanos»

Estas redadas forman parte de un intento más amplio por reorganizar la actividad del capital bajo un signo nacionalista, que pone de manifiesto las fisuras en su composición. El ICE lleva a cabo su actividad de deportación masiva, mientras que The Geo Group se beneficia de la captura de migrantes indocumentados. Sin embargo, informes recientes sobre la «ausencia de garantías procesales» demuestran que se está eludiendo por completo el paso por los centros de tramitación (es decir, los migrantes detenidos son enviados inmediatamente a sus países de origen o desplazados a países extranjeros). En contraste, la inusual actividad de los patrones de muchos lugares de trabajo —desde los campos agrícolas de Oxnard hasta las fábricas de Ontario— y su ambigua relación con las redadas, en las que algunos deciden «proteger» a sus trabajadores enviándolos a casa o alertándolos de la presencia del ICE, solo para insistirles en que trabajen al día siguiente. Estos patrones revelan su compromiso con la explotación de la mano de obra internacional necesaria para sus modelos de negocio, el statu quo previo. En cualquier caso, nos enfrentamos a ese adagio, a esa contradicción entre el Estado y el capital: «Queremos mano de obra mexicana, pero no queremos mexicanos».

El 9 de junio fue cuando se desplegaron setecientos marines del 2.º Batallón, 7.º Regimiento de Marines en Twentynine Palms, California. Los combates en Los Ángeles para defender a los trabajadores migrantes y a la clase trabajadora continuaron al día siguiente. Y al siguiente. Y al siguiente…

*

En una época de nacionalismo patriótico blanco, protestante y anglosajón, el ataque a los trabajadores migrantes racializados es un espectáculo ideológico y material

En una época de nacionalismo patriótico blanco, protestante y anglosajón, de obsesión por «make America great again», el ataque a los trabajadores migrantes racializados es un espectáculo ideológico y material. El precedente de estas redadas se remonta a la deportación de aproximadamente un millón de mexicanos durante la Gran Depresión, algo que se denominó repatriación.5 En 1954, Estados Unidos sancionó la Operación Wetback, una iniciativa que deportó a aproximadamente un millón de mexicanos, ciudadanos o no.6 Quizás recordemos la California del gobernador Pete Wilson y lo que se convirtió en la Propuesta 187 en 1994, por la que se privó a los migrantes sin papeles de los servicios sociales del Estado. En 2006, se llevaron a cabo oleadas de redadas y deportaciones del ICE tras la mayor manifestación masiva en favor de los trabajadores inmigrantes —La Gran Marcha– y el «Día sin Inmigrantes» del Primero de Mayo dirigidas contra los trabajadores sin papeles latinos, asiáticos y negros en todo Estados Unidos. El nexo de unión entre estos procesos históricos y su violencia racializada es el mismo: el capital.

La frontera entre Estados Unidos y México ha sido una geografía racializada desde su creación en 1848

La frontera entre Estados Unidos y México ha sido una geografía racializada desde su creación en 1848. Fue una doble apropiación de territorio indígena mediada por la guerra, un despojo continuo para la expansión del capital y el ascenso del nacionalismo angloamericano blanco en una búsqueda histórica (esto es el Destino Manifiesto) para completar el deseo de la nación por su tierra «prometida». Cristina Beltrán sugiere lo siguiente: «A medida que la frontera se extendía cada vez más hacia el oeste, los colonos estadounidenses se encontraban cada vez más con mexicanos, ciudadanos de una nación soberana vecina y una nueva población racializada a la que temer, explotar y someter».7 Continúa diciendo:

«La libertad fronteriza también era un proyecto destinado a rescatar la región tanto de los indios como de los mexicanos. Con una doble función, la conquista también salvó a la región del «desgobierno mexicano», un fracaso de la gobernanza definido en parte por la incapacidad de México para eliminar la presencia indígena, lo que convirtió el territorio en un «desierto rugiente, pisoteado solo por salvajes».8

La civilización capitalista acude al rescate para exterminar a los bárbaros que están a las puertas y que les causarán problemas durante otros dos siglos, perturbando el sueño americano. Como argumentó Samuel Huntington en 2004, «no existe un sueño americano. Solo existe el sueño americano creado por una sociedad anglo-protestante. Los mexicanos-americanos solo comparten ese sueño y esa sociedad cuando sueñan en inglés».9 Las bromas se escriben solas.

Esta es una revuelta que no se deja convencer por la innovación de Silicon Valley ni por los circuitos de circulación de una geografía racial basada en los trabajos temporales

La amenaza existencial de una invasión mexicana, de «criminales» que cruzan la frontera, de haitianos negros o venezolanos marrones que encuentran refugio en «el primer mundo», y de migrantes chinos que cruzan el océano Pacífico; todo ello no representa la crisis del éxodo, sino la catástrofe del capital en todas partes, provocada por su crisis ecológica subsiguiente. Entre los antagonistas racializados y la relación de clases, el desarrollo de la revuelta en Los Ángeles presenta a otras geografías metropolitanas las posibilidades de una revuelta generalizada no solo contra el ICE, la policía local y los departamentos del sheriff, o la Guardia Nacional (y una fuerza de marines desplegada), sino contra la producción y la circulación, el daño causado a las mercancías y a la propiedad privada. Esta es una revuelta que no se deja convencer por la innovación de Silicon Valley ni por los circuitos de circulación de una geografía racial basada en los trabajos temporales, los servicios y apenas en la producción. La revuelta revela su propio deseo de desalienación, sus ataques proletarios furiosos contra aquello que nos somete, nos desarticula y nos despoja. Nuestra desposesión y el hecho de ser blanco del ICE y la CBP son lo que enciende la revuelta.

Oculto bajo los gestos retóricos (y liberales) de los «derechos de los inmigrantes» se encuentra el potencial insurreccional de la huelga general, el ataque espontáneo u organizado del antagonismo general. Para ustedes, el antagonismo general designa aquellas fuerzas cuya base para sobrevivir en este mundo de muerte es el rechazo y la hostilidad hacia la relación capitalista, el Estado y el nacionalismo reaccionario. El antagonismo general es la oposición a la reproducción de la vida cotidiana basada en lo que Marx llama el proceso de valorización del capital.10 Como señalan Stefano Harney y Fred Moten, «otra palabra para esto es comunismo».11 ¿Y qué debemos hacer o pensar sobre la representación de las banderas estatales en la revuelta y el antagonismo general? ¿De la significación que se despliega en forma de una pertenencia nacional ambivalente o quizás de los gestos hacia la liberación nacional, como buscan algunos grupos?12 La omnipresencia de las banderas mexicanas en Los Ángeles es mucho más que un nacionalismo infantil, gestos retóricos de «tierra robada» o apelaciones vulgares al tercermundismo antiimperialista. Es más bien la expresión antagónica de las posiciones proletarias racializadas de los migrantes: su espectáculo confirma el carácter precario de su composición. Entonces, ¿qué hay de esta supuesta representación, de su mera apariencia en términos de su amplia visibilidad? Re-Existir Media, un proyecto de información comunitaria del Inland Empire, lo expresó claramente en un comunicado reciente:

Ninguna empresa ni hogar sobreviviría sin nuestra mano de obra

Uno de cada cinco «estadounidenses» en Estados Unidos es «hispano». Este país depende de millones de latinoamericanos para mantener su estructura social. Somos los trabajadores agrícolas: sin nosotros, la mayor parte de los alimentos del país no existirían. Somos los que trabajamos en el comercio minorista, los servicios y el trabajo doméstico: ninguna empresa ni hogar sobreviviría sin nuestra mano de obra. Somos los trabajadores de la logística: sin nosotros, los bienes y las mercancías no se moverían. Somos los constructores: sin nosotros, las infraestructuras y las instalaciones se desmoronarían mucho antes.»13

La aparente sobrerrepresentación de las banderas mexicanas frente a las estadounidenses nos sigue mostrando a todos que la guerra entre México y Estados Unidos nunca ha terminado

Que quede claro: consideramos que «hispano» es un término simplista. Acuñado por la administración de Richard Nixon, esta abstracción de la población «de habla hispana» no ayuda en nada a reflexionar sobre los problemas de los negros e indígenas racializados ni sobre las relaciones de clase dentro de dicho grupo. Las banderas nacionales de América Latina que enarbolan todo tipo de proletarios latinoamericanos racializados, como gesto simbólico de representación, se yuxtaponen a la autodefensa contra el ICE y la Guardia Nacional, los vehículos Waymo en llamas y la destrucción de la propiedad privada en general. Quizás, y nos arriesgamos con este análisis, la aparente sobrerrepresentación de las banderas mexicanas frente a las estadounidenses nos sigue mostrando a todos que la guerra entre México y Estados Unidos nunca ha terminado. La estructura del racismo antimexicano y, por extensión, del racismo antilatino, revela la turbulenta historia de la anexión, la guerra y el régimen que ha deseado una mano de obra mexicana sumisa desde 1848, junto con la eliminación de los mexicanos mediante el desplazamiento, los linchamientos y la represión policial.

Sin embargo, la secuencia de protestas masivas, enfrentamientos y revueltas no está exenta de otra realidad: la policía, los agentes del ICE y la Guardia Nacional son en su gran mayoría también de ascendencia latinoamericana, o latinos/as/x. El enemigo se parece a nosotros. Son los levas que tomaron la decisión: unirse a ellos. La Patrulla Fronteriza ya no es una mayoría angloamericana blanca. También es mexicana, con nopal en la frente. A pesar de este dato demográfico del enemigo, de su supremacía blanca multicultural, Re-Existir Media continúa:

«Con el crecimiento exponencial del nacionalismo blanco en Estados Unidos, todos los latinoamericanos seguirán siendo marcados como apátridas, como potenciales «extranjeros ilegales», como personas sin derechos. Nuestro pueblo siempre ha vivido cerca de la vida al margen del gobierno. Ahora nos corresponde a nosotros construir sobre esta vida anarquista, armando nuestra fugacidad cotidiana y deshaciendo las cadenas que nos atan al sistema. No mediante proclamaciones de guerra, sino mediante la subversión silenciosa y el sabotaje discreto que inutilizan todo lo que nos subyuga. Socavemos los cimientos hasta que todo se derrumbe.»14

Una revuelta ingobernable significa acabar con la representación. Volverse irrepresentables

Una revuelta ingobernable significa acabar con la representación. Volverse irrepresentables. Significa ser engullido por el antagonismo general, por la rabia digna de los proletarios racializados, los lumpen sin nada que perder y los saqueadores que redistribuyen la riqueza que nos fue robada: el tiempo. El espectro del Gigante Dormido debe trascender hacia el antagonismo general, junto a la multiplicidad de formas raciales, en las barricadas con las compañeras/os/xs que comparten un despojo común.

*

La crisis imaginaria de la frontera debe tropezar con la crisis del capital en todas partes. Encontramos instructivo lo siguiente: 1) La destrucción de los vehículos «autónomos» y sin conductor de Waymo es la digna rabia del deseo proletario de Los Ángeles. 2) Los cuellos de botella de las intersecciones y autopistas presentan el despliegue de la escalada táctica para el transporte de los secuestrados. 3) Las banderas nacionales ondeadas desde América Latina por el lumpen y el proletariado mexicano y centroamericano nos recuerdan a la mano de obra migrante desposeída e hiperexplotada en las grietas y fisuras de la economía formal. Y 4) La eficacia de las bicicletas y patinetes eléctricos Lime como obstáculos, armas y barricadas para interrumpir o desestabilizar la actividad del ICE, la policía y la Guardia Nacional revela la perspicacia de los disturbios actuales. Las medidas directas contra las patrullas del ICE fueron las que se consolidaron en los disturbios, permitiendo las líneas de ataque contra el capital. Es el enjambre sin rostro que golpea a las fuerzas estatales con fuegos artificiales ilegales y de calidad comercial, bloqueos hechos con contenedores de basura y cócteles molotov que destrozan los vehículos patrulla de la migra, inspirando a otros a actuar. Las lecciones aquí son múltiples, y las ciudades de todo Estados Unidos que sufren las mismas formas de captura —las redadas del ICE— y se enfrentan al Estado y al capital se están extendiendo. Y se lo diremos alto y claro al presidente Donald J. Trump: «Nosotros somos la invasión marrón y migrante. Que se joda su migra. Damos la bienvenida a los alborotadores, a los provocadores y los chavos de LA representando al barrio».

Lo que vemos aquí, en esta secuencia de lucha, es el deseo prolongado de acabar con la organización capitalista y la reproducción de la vida cotidiana tal y como se vincula al trabajo migrante

Lo que podríamos practicar como medidas comunistas asoma la cabeza en las barricadas, donde los anónimos, cuyas manos lanzan ladrillos y botellas son los mismos que se encargan de la realización de la anarquía como confrontación con el Estado. Anhelamos esas «medidas comunistas […] que reparan la continuidad metabólica a través de la expropiación».15 Sin embargo, lo que vemos aquí, en esta secuencia de lucha, es el deseo prolongado de acabar con la organización capitalista y la reproducción de la vida cotidiana tal y como se vincula al trabajo migrante, ladrillo a ladrillo. La lección aquí es convertir la protesta pasiva (resistencia) en una revuelta generalizada (ataque); construir líneas de antagonismo cuya rabia pueda estallar en medidas comunistas. Como dice 1044: «Una vida emocionante es lo que le queda por construir al proletariado revolucionario. Donde la revuelta auténtica no se reconoce como tal, la rutina de la vida cotidiana se reafirma y la revuelta no continúa». La quema de coches de Waymo es solo el comienzo. Como se veía en un cartel difundido por haters café, «ataquen sin vergüenza». La batalla por Los Ángeles continúa. Heatwave plantea claramente la cuestión de la lucha: «Los ciclos de lucha tienen la costumbre de barajar las cartas, suspender el tiempo y el espacio y proporcionar una verdad práctica a la hipótesis comunista: la muerte real del capital no es un hecho, sino una cuestión de fuerza».16 Esta cuestión de fuerza debe continuar, proliferar y extenderse. Y es en nuestra correspondencia mutua donde podemos ver cómo nuestra investigación y nuestro análisis florecen en la práctica.

Nos queda una pregunta candente: ¿qué están haciendo ustedes a largo plazo?

Nos queda una pregunta candente: ¿qué están haciendo ustedes a largo plazo? Para algunos, se trata de seguir apoyando a los trabajadores migrantes sin papeles y en situación precaria, enfrentándose a las fuerzas del Estado con todo lo que tienen, a la chingada. Para otros, se trata de repasar la teoría materialista de los disturbios y ampliar la práctica de la expropiación. Para el anarquista, es poner a prueba los límites de la anarquía, preguntarse cómo fomentar una praxis a largo plazo en una ciudad en llamas. Para el comunista, es desarrollar una investigación rigurosa sobre el presente y un estudio continuo de la logística de su geografía, localizando puntos estratégicos, orientando la lucha hacia el camino del comunismo. Nos encontramos en las calles, o no. Pero nos encontramos. Por ahora, tal vez esa sea la tarea que nos ocupa entre los escombros de la revuelta, donde la vida cuenta.17 

  1. Joshua Clover, Riot. Strike. Riot, p. 3 [ed. cast.: Disturbio. Huelga. Disturbio, trad. Por Anna Hernández del Blanco, Madrid, Traficantes de Sueños, 2025, p. 17]. ↩︎
  2. Herbert Marcuse, «Riot and Representation: The Significance of the Chicano Riot» (1970), reproducido en Bureau of Public Secrets. ↩︎
  3. Marcuse, «Riot and Representation…». ↩︎
  4. Gran parte de esta red autoorganizada ha sido facilitada por organizaciones políticas y grupos socialistas militantes como Unión del Barrio y Centro CSO, ambos con una mayoría de miembros latinos/as. ↩︎
  5. Francisco E. Balderrama y Raymond Rodríguez, Decade of Betrayal: Mexican Repatriation in the 1930s, Universidad de Nuevo México Press, 2006. ↩︎
  6. Juan Ramón García, Operación Wetback: La deportación masiva de trabajadores mexicanos indocumentados en 1954, Greenwood Press, 1980. ↩︎
  7. Cristina Beltrán, «Un deseo por la tierra, pero no por las personas: la democracia Herrenvolk y el violento legado de la guerra entre México y Estados Unidos», en Cruelty as Citizenship: How Migrant Suffering Sustains White Democracy ,University of Minnesota Press, 2020. ↩︎
  8. Beltrán, «A Desire for Land but Not People»… ↩︎
  9. Samuel Huntington, «The Hispanic Challenge», Foreign Policy, marzo/abril de 2004. ↩︎
  10. «El antagonismo general no admite ni estrategias ni relaciones estratégicas ni agentes estratégicos. De hecho, apunta al antagonismo fundamental de todo como diferencia: chocando, contrastando, emergiendo y desvaneciéndose sin agentes ni estrategias. Los agentes con estrategias, es decir, los individuos, confunden toda esta diferencia con algo a partir de lo cual pueden crear elecciones, decisiones o relaciones, es decir, a partir de lo cual podrían crearse a sí mismos. Pero el antagonismo general no le dejará escapar, por mucho que le impulse, porque somos nosotros. Sus esfuerzos por reconocerse a sí mismo y ser reconocido se volverán contra usted». Stefano Harney y Fred Moten, «Plantocracy and Communism», en All Incomplete (Minor Compositions), p. 124. ↩︎
  11. Harney y Moten, «Plantocracy and Communism», p. 125. ↩︎
  12. Estamos en total desacuerdo con el Partido La Raza Unida y la estrategia de «Aztlán» como lucha irredentista por los «territorios robados y anexionados de México» como base para la lucha comunista en general y la praxis anarquista en particular. ↩︎
  13. Re-Existir Media, We Are All Illegal: An Intro to Brown Anarchy, Inland Empire, 2025, p. 3. ↩︎
  14. Re-Existir Media, We Are All Illegal, p. 7 ↩︎
  15. Decompositions, «The Cacophony of Communism», The Fate of Composition, Decompositions, 2024, p. 39. ↩︎
  16. Editores, «The Case for Letting the World Burn», Heatwave, núm. 1, 2025, p. 8. ↩︎
  17. Véase E14 Distro, «Donde La Vida No Vale Nada: Scattered Thoughts on Organized Abandonment and Ideological Retrenchment in Oakland», Heatwave, núm. 1, 2025, p. 56. ↩︎

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Introducción #3

El contexto es de creciente securitización, resultado directo de la profundización de las contradicciones inherentes al neoliberalismo. Donde la lucha por la redistribución o la desmercantilización de lo necesario para vivir parece en punto muerto, la solución autoritaria avanza en el control de los segmentos de población difíciles de integrar, de la mano de obra que se tiene que disciplinar. La salida a estas tensiones estructurales parece canalizarse por medio de medidas punitivas y represivas.

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