
En 2017 organicé un seminario sobre el Movimiento del 77 italiano, con la excusa de que se cumplían cuarenta años de aquella revolución. Según Paolo Virno, la única que puede llevar ese nombre en términos rigurosamente marxianos, ya que ha sido la única revolución que se ha dado en un capitalismo plenamente desarrollado.
El seminario tenía que ocupar cuatro sesiones, pero quedó inconcluso. La lectura de Los invisibles de Nanni Balestrini1 cautivó tanto a la asistencia que el seminario acabó siendo, más bien, un grupo de lectura de esa maravillosa novela. Así que no pude exponer lo que tenía previsto para la última clase, y que iba a versar sobre lo que de aquella lucha creía que palpitaba aún en la actualidad. Por aquel entonces, se me antojaba que había un choque teórico de dos grandes placas tectónicas, alimentado por seguidores y detractores, entre el «poder constituyente» de Toni Negri y la «potencia destituyente» de Giorgio Agamben. En medio, un poco eclipsado por ambos, emergía una especie de Atlántida, que no era otro que Paolo Virno y su propuesta de «instituciones no estatales».2
En la Italia de los años setenta una horda masiva de jóvenes desertó del régimen de fábrica
De aquel seminario inacabado nació la editorial Tercero incluido, que debe su nombre a la teoría política del éxodo de Virno. Así que su muerte nos deja huérfanos, pero también nos deja una herencia, no registrada ante notario, sino que recogida en un pensamiento materialista y comunista, que no siempre van de la mano, cuya recepción, a veces, parece distorsionada o disociada entre un Virno subversivo, aquel que escribió de forma audaz sobre cuestiones explícitamente políticas, y un Virno inofensivo, que se dedicaba de forma sosegada a cuestiones de lógica y lingüística. Sin embargo, su labor intelectual, en este segundo caso, trataba sobre todo de señalar cómo nociones lógicas o semánticas se convierten inesperadamente en categorías ético-políticas. Por ejemplo, la de «tercero incluido», sin ir más lejos: negación del principio del tercero excluido de la lógica aristotélica, según el cual, A es igual a B o A es igual a no-B, pero el tercero no se da. Pues bien, dirá Virno, en política, sí que se da: se dio en el éxodo de los judíos del Egipto faraónico, que ante la alternativa de liberarse de sus cadenas o seguir siendo esclavos decidieron huir hacia la tierra prometida; se dio en Estados Unidos, según el análisis de Marx en El Capital, en el capítulo que dedica al desarrollo del capitalismo en las colonias, cuando los migrantes europeos prefirieron dirigirse en caravana hacia el Oeste para cultivar las tierras recién arrebatadas a los indios antes que entrar a trabajar como obreros en la incipiente industria de la costa Este; y se dio, también, en la Italia de los años setenta, cuando una horda masiva de jóvenes desertó del régimen de fábrica, para mayor decepción y escándalo de los sindicatos y partidos de izquierda, para quienes el trabajo asalariado era una cuestión de identidad ineludible.
Desde aquel seminario fallido, no hemos dejado de reivindicar a uno de los pensadores más estimulantes para pensar la acción política en la actualidad,3 así como la tradición de la teoría crítica en la que se inserta: la de un marxismo heterodoxo que miró hacia Estados Unidos, mientras el ortodoxo no apartaba la vista de la URSS, para vislumbrar en la figura desertora del frontiersman o en organizaciones revolucionarias como la Industrial Workers of the World (IWW) modelos para la acción política contemporánea.
El trabajo sigue siendo la medida de obtención de renta para la inmensa mayoría de habitantes del planeta
Según Marco Mazzeo,4 toda la obra de Paolo Virno podría tomarse como un comentario pormenorizado al «Fragmento de las máquinas» de los Grundrisse de Karl Marx. ¿Qué dice Marx en ese «Fragmento» que fue la piedra angular del operaísmo italiano? Fundamentalmente, rebate su propia teoría del valor. Haciendo un ejercicio de futurología, Marx predice que cuando la automatización del sistema productivo sea un hecho, su teoría del valor, según la cual el capital se valoriza gracias a la plusvalía que extrae del trabajo asalariado, caerá en pedazos o no se sostendrá más, ya que el obrero dejará de estar en medio del sistema productivo para quedarse al lado o al margen, desempeñando tareas de control y verificación de la producción, pero con una reducción drástica de la fuerza laboral necesaria. En esas estamos. Y hay una ambivalencia por explorar. Por un lado, parecería que el obrero se ha liberado por fin del trabajo; por otro, que ha perdido toda su capacidad de sabotaje. Pero ni lo uno ni lo otro. El trabajo sigue siendo la medida de obtención de renta para la inmensa mayoría de habitantes del planeta, aunque ya no sirva como medida del valor, y, al mismo tiempo, la posibilidad de sabotear la producción aparece en cada esquina, una vez que la producción sale de la fábrica y se socializa.
En cualquier caso, el obrero, que tiene un nuevo estatuto parasitario en el, y del, capital, ya no es la principal fuerza productiva, sino que lo es el General Intellect. Y aquí es muy interesante ver la lectura que hace Virno de este concepto marxiano que solo aparece en el «Fragmento», y que lo aleja de sus colegas operaístas. Estos, en su mayoría, consideran que es un concepto que Marx inventa para describir el saber y la tecnología acumulados como trabajo muerto en el sistema de máquinas o tecnología destinada a la producción. Virno, en cambio, lo lee desde el trabajo vivo, pues este, aunque ya no sea la principal fuerza productiva, sigue siendo la principal fuerza revolucionaria. Por tanto, General Intellect no significa, al menos no en primer lugar, «intelecto general» —lo que hoy sería, ayudando a Marx en una predicción hecha hace casi doscientos años, la inteligencia artificial—, sino que hay que entender el concepto marxiano como «intelecto en general», es decir, como inteligencia genérica, aún sin contenidos; esa que está implícita en la definición que da Marx en el primer tomo de El Capital del concepto de «fuerza de trabajo».5 Así se entiende mejor el «giro antropológico» que emprende Virno a partir de Cuando el verbo se hace carne,6 y que no se debe a un ejercicio estéril de erudición, sino a la voluntad de describir cómo el capital imprime una forma histórica a los prerrequisitos innatos de la naturaleza humana. Es decir, para Virno, el capitalismo no solo se naturaliza al hacerse pasar por el régimen de producción más adecuado a la naturaleza humana, sino, sobre todo, por querer dar una forma capitalista, o sea, histórica, a la naturaleza humana.
Este «giro antropológico» llega hasta su última obra publicada: Tener. Sobre la naturaleza del animal locuaz.7 A pesar de ser una obra de rigurosa filosofía, en la que aborda cuestiones antropológicas, ontológicas y epistemológicas, de su lectura se pueden extraer consecuencias indispensables para el pensamiento revolucionario. Sin haber escrito una sola línea sobre feminismo en toda su obra, el Virno de Tener nos puede servir para argumentar una defensa del transfeminismo sin hacer un llamamiento a la moral, al derecho o a la libertad individual, cuestiones todas ellas en pugna con el pensamiento neoliberal. El lenguaje verbal mediatiza no solo nuestra relación con el mundo, sino, también, nuestra relación con nosotros mismos y con nuestro cuerpo, que vivimos como extrañada. Este extrañamiento que experimentamos no solo con los otros o con las cosas del mundo, sino, también, con nuestras propias facultades y capacidades humanas (de repente nos falta el habla, no tenemos fuerzas para correr, no recordamos hacer una regla de tres o cantar nuestra canción favorita, etc.) otorga al verbo «tener» una prioridad ontológica respecto al «ser». Así como tenemos la facultad del lenguaje, un dolor de muelas o ganas de volver a ver a la persona amada, pero no somos la facultad del lenguaje ni un dolor de muelas ni las ganas de ver a la persona amada, también tenemos un cuerpo, pero no somos un cuerpo. Solo porque tenemos un cuerpo que no somos, alguien puede decidir modificar ese cuerpo hasta hacerlo irreconocible. Si fuésemos un cuerpo, ni siquiera sería imaginable su transformación.
Virno nunca dejó de ver en toda mutación capitalista la posibilidad de aparición de nuevos protagonistas de las luchas sociales
Pero a Virno, por desgracia, no se le ha hecho mucho caso en los últimos años. Quizá, por una parte, porque no se prodigó demasiado en acudir a charlas, dictar conferencias o conceder entrevistas; por otra, porque modestamente entendía que su tiempo de intervención política había pasado y tocaba ceder el paso a las nuevas generaciones. Sea como sea, su actitud vital y posición política fueron siempre, hasta el final de sus días, las de un comunista empedernido que, a pesar de las aceleradas mutaciones del capital que se ciernen sobre nosotros como un apocalipsis, intentaba descubrir en cualquier resquicio social la posibilidad de subvertir el estado de las cosas. A diferencia de otros de su generación, Virno nunca dejó de ver en toda mutación capitalista, como la que se denuncia actualmente, la posibilidad de aparición de nuevos protagonistas de las luchas sociales, de «una tribu de hopeful monsters, de monstruos llenos de esperanza, que envía señales indescifrables, se pierde cuando parece a salvo y se salva cuando se la da por vencida».8
- Balestrini, Nanni, Los invisibles, Madrid, Traficantes de Sueños, 2008. ↩︎
- Véase Sobre la impotencia. La vida en la era de su parálisis frenética (Traficantes de Sueños-Tinta Limón-Tercero incluido, Madrid, Buenos Aires, Barcelona, 2021) ↩︎
- Cabe destacar la Biblioteca Paolo Virno, proyecto de edición en castellano de toda la obra del autor italiano en el que también han participado las editoriales Traficantes de Sueños, Tinta limón y Red Editorial. ↩︎
- Véase el epílogo Máquinas comunistas, en Virno, P. (2025), La sustancia de lo que se espera. La vida de la mente en el capitalismo tardío, Tercero incluido-Red Editorial, Barcelona-Buenos Aires, 2025. ↩︎
- «El conjunto de las facultades físicas y mentales que existen en la corporeidad, en la personalidad viva de un ser humano y que él pone en movimiento cuando produce valores de uso de cualquier índole» (Marx, El Capital, I, Siglo XXI, Madrid, 2017, p. 226). ↩︎
- Traficantes de Sueños, Madrid, 2005. ↩︎
- Tercero incluido-Red Editorial, Barcelona, Buenos Aires, 2023. ↩︎
- En la época del pinball, en Ejercicios de éxodo, Lenguaje y acción política, Tercero incluido, Barcelona, 2021, p. 207. ↩︎




