Cuerpos de seguridad, fiscalías y administraciones oscilan entre la pasividad y la colaboración con las empresas de matones. Pero ¿qué pasa cuando okupar es la única forma de conseguir una vivienda?
Cuerpos de seguridad, fiscalías y administraciones oscilan entre la pasividad y la colaboración con las empresas de matones. Pero ¿qué pasa cuando okupar es la única forma de conseguir una vivienda?
El desalojo se nos muestra como un epílogo. No sabemos si volverán las ocupaciones, no sabemos si surgirán nuevos espacios. Pero sabemos que el conflicto permanece intacto, que la ciudad neoliberal no podrá borrar para siempre el recuerdo —y la posibilidad— de una ciudad diferente, que no se doblega ante el mercado.
Entrevista a José Nivoi, estibador y sindicalista miembro del Colectivo Autónomo de Trabajadores Portuarios de Génova (CALP), que lleva adelante una experiencia de organización de los trabajadores portuarios de Europa y el Mediterráneo en su compromiso por no participar del transporte de armas.
Una empresa política no se define por su forma jurídica sino por su práctica: por las decisiones que toma para fortalecer a la comunidad. Desde crear redes de apoyo hasta desarrollar herramientas compartidas, lo que las politiza es su capacidad de democratizar recursos y ampliar la base material de la organización colectiva.
Reseña del libro de Joshua Clover «Disturbio. Huelga. Disturbio. La nueva era de los levantamientos» (Traficantes de Sueños, 2025), un trabajo que permite avanzar una crítica sobre los horizontes estratégicos que se abren en la crisis capitalista.
De las okupaciones a los sindicatos sociales, un recorrido por las mutaciones de la autonomía en la Barcelona de las últimas décadas
Los delitos de odio se propusieron para proteger a colectivos vulnerables frente a agresiones racistas, xenófobas o por orientación sexual, pero hoy se han convertido en una herramienta usada para reprimir a activistas de izquierda, antifascistas, feministas y propalestinos.
El vincular la noche, el vicio y la droga con un colectivo que amenaza al orden social es una vieja y conocida estrategia del sistema para justificar la represión en pos de una sociedad aséptica y sana.
La visión del islam político como bloque homogéneo invisibiliza su componente emancipadora, reproduciendo así el discurso dominante que considera todas las reivindicaciones del islam como inevitablemente reaccionarias.
El gesto radical, situado y multiplicado, se transforma en acción directa y de masas. Se trata de “Golpear fuerte y dónde haga daño”, aseguran en su manifiesto.
Los movimientos no están abordando el problema fundamental al que nos enfrentamos, es decir, no siempre están poniendo en el centro las urgencias de los que están peor.
A raíz de la crisis de la Dana, surgieron los Comités Locales de Emergencia y Reconstrucción de matriz comunitaria que, en contraposición a una salida neoliberal y autoritaria, plantean alternativas desde la autorganización popular y la Economía Social y Solidaria.
La represión horizontal es el freno individual y colectivo que obstaculiza e impide en la práctica profundizar en el proceso libertario, que imposibilita que todes estemos bien.
Análisis detallado de la historia política reciente de Cataluña a partir de los acontecimientos que arrancan en 2009 y que dieron forma al proceso soberanista de la última década.
Hay que prepararse para la movilización de los sectores inquilinos, hacinados, okupas e hipotecados precarios, porque la campana de la verdadera crisis de vivienda no la tocarán solo los precios de la vivienda sino los problemas en el empleo y la efectividad de las políticas redistributivas europeas.
El debate estratégico está abierto y vivo, pero urge volver a un marco materialista que sea capaz de hilvanar e integrar la experiencia de todas en un marco común más allá de la llana inmediatez fragmentada.
Las movilizaciones en defensa de los gaztetxes en Ezkerraldea ponen de manifiesto su importancia como generadores de comunidad y conflicto. ¿Cómo pueden seguir siendo espacios de lucha útiles en un contexto cada vez más hostil?
Sobre cómo la figura del aliado y las políticas de la identidad alimentan los discursos hegemónicos del movimiento feminista.
No hay atajos ni alternativas a la organización para que se extiendan la solidaridad y la confianza en los otros, ni hay atajos para frenar la proliferación del fascismo.
La denuncia individual en redes donde cada una actúa por su cuenta no puede ser una apuesta consistente para luchar contra la violencia o el sexismo-
Otra vez se plantea una reforma insuficiente. ¿Seremos capaces de forzar los cambios necesarios para lograr una ley que no nos amordace y avergüence?