Madrid persigue maricones

por | Abr 5, 2025 | Disidencias, Movimientos, Sin categoría

El vincular la noche, el vicio y la droga con un colectivo que amenaza al orden social es una vieja y conocida estrategia del sistema para justificar la represión en pos de una sociedad aséptica y sana

Meses atrás sacamos a la luz lo que muchas ya sabíamos que estaba pasando: Madrid persigue maricones. Otras tantas quedaban estupefactas ante la noticia y les costaba creer que estuviera sucediendo. Si no estás en el mundo de la noche probablemente no tengas conocimiento directo, ya que no te habrás visto envuelta en una redada en una sauna ni te han sacado una placa cuando te ibas a poner de rodillas en un cuarto oscuro. Pero esto también va contigo, porque la cuestión no es si consumes o no consumes, es si la policía cree que tienes pinta de ello. Y esas pintas son las de mariconazo.

El vincular la noche, el vicio y la droga con un colectivo que amenaza al orden social es una vieja y conocida estrategia del sistema para justificar la represión en pos de una sociedad aséptica y sana. Ahora volvemos con el mismo discurso de siempre. Sí, que seas gay está genial, lo que no puede ser es que andes disfrutando de tu cuerpo por ahí como a ti te apetezca. Lo que buscan es regular nuestros cuerpos para conseguir una perfecta y limpia sociedad cisheterosexista, lo de toda la vida, que no se te note que eres una marika de esas. Van a por les que se drogan, van a por les punkis, les que se ponen falda, les que se decoloran el pelo, les que se maquillan. No van a por ti, «el gay de bien» de camisa y zapatos, con pareja estable, no promiscuo, con su casa comprada y su familia feliz, un gay que a ojos de todes podría ser heterosexual, un gay que no lo parece. Esto es violencia correctiva, lo que se busca al final es fagocitarte en lo que la sociedad considera aceptable.

El privilegio no descansa

La amenaza del peligro a la salud pública es una tapadera perfecta para la persecución, se señalan objetivos particulares que responden a un peligro generalizado y se justifica su eliminación «en pos del bien común». Pero si realmente el problema fuesen las adicciones y el tráfico de drogas, las actuaciones serían bien distintas. De entrada, no habría un desequilibrio tan marcado por el tipo de sustancia, recogido en el informe del INTCF (Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias forenses), en el que los umbrales de consumo propio de drogas usadas principalmente en espacios cisheteros son mucho más altos que los de aquellas predominantes en espacios disidentes.

Lo que nos lleva a una segunda reflexión: un supuesto problema de salud pública no se enfrenta con policía, registros y sentencias judiciales, sino con recursos sociosanitarios para acompañar y atajar dichas situaciones problemáticas.

Un problema de salud pública no se enfrenta con policía, registros y sentencias judiciales, sino con recursos sociosanitarios para acompañar y atajar dichas situaciones problemáticas

Hemos ido recogiendo testimonios de personas afectadas por estas prácticas —identificaciones, cacheos y demás— y con un vistazo rápido se puede hacer un mapeo de dónde ocurren las agresiones: Chueca, Chueca, Malasaña, Lavapiés, Gran Vía, Chueca, Malasaña, Chueca, Chueca, Lavapiés, Chueca, Malasaña, Chueca, Chueca… Estamos por todos los barrios de Madrid, pero las retenciones y los cacheos solo se realizan en zonas especialmente vinculadas con el colectivo. Si te bajas en Tribunal, te arriesgas a que te pare un policía de paisano, pero si te quedas en Iglesia, dos paradas más allá, las probabilidades se reducen considerablemente. La policía merodea las zonas donde presupone que se concentran sus objetivos. «Ya nos vamos acostumbrando a caminar por las calles del centro, especialmente por Chueca y Malasaña, a cualquier hora, y que al pasar un coche de policía reduzca la velocidad al pasar por nuestro lado y te miren de arriba a abajo» –nos comenta una persona a la que paró una pareja de policías de paisano cuando salía de una multitienda con un amigo un domingo por la tarde–. Les pidieron la documentación y les registraron, no encontraron nada. ¿También les hubiesen parado si hubieran salido de un 24h vestidos de traje en Serrano? Evidentemente no. Varios testimonios aseguran que no han sido parados nunca cuando van uniformados de hetero para ir al trabajo, pero sí les ha sucedido en varias ocasiones cuando sacan su pluma al aire en su tiempo libre.

La percepción de extranjería junto con la de mariconismo suma a la sospecha y coloca a las maricas racializadas en una posición de mayor vulnerabilidad

Los sesgos de perfilado policial no son un asunto novedoso. Basta con pasear por barrios donde se concentra la población migrante y racializada para notar la diferencia en la cantidad de policía per cápita que ronda las calles. «Íbamos por Lavapiés de camino a una fiesta cuando nos paró la policía en cuanto nos vieron las pintas (de marikas). Había un amigo racializado de visita que no vivía en España y se pusieron especialmente agresivos con él. Cuando intentamos ayudarle nos lo impidieron de forma muy violenta. No llevábamos nada.» Este es otro de los testimonios que nos llega, donde se pone de relieve que la intersección agrava la violencia y el señalamiento. La percepción de extranjería junto con la de mariconismo suma a la sospecha y coloca a las maricas racializadas en una posición de mayor vulnerabilidad.

Otra persona nos comenta: «Estaba en la cola del baño de un local de ambiente, de repente un chico que resultó ser un poli de paisano cogió a la persona que estaba detrás de mí y se la llevó para cachearle. Era una persona racializada. Me podría haber pasado a mí, pero me libré por ser blanca.» Ante la ausencia de indicios reales del delito que afirman perseguir, es la suma de prejuicios lo que apunta a uno u otro objetivo. Además, la violencia se mantiene en todos los procesos desde la identificación hasta la puesta en libertad o la sentencia. Un chico sudamericano nos cuenta que le siguieron hasta llegar a entrar en su edificio y en el descansillo, a expensas de que bajase cualquier vecino, le hicieron desnudarse y hacer sentadillas para ver si tenía algo en el recto. No encontraron drogas.

Las humillaciones y los abusos son un denominador común de todas las historias, con especial ensañamiento con las personas no blancas

Las humillaciones y los abusos son un denominador común de todas las historias, con especial ensañamiento con las personas no blancas. «Nos detuvieron cuando estábamos saliendo de casa, nos estaban esperando. Nos pegaron hasta dejarnos morados. Mi amigo no tenía papeles y le metieron unas bolsas que no eran suyas en la riñonera. Eran más de cinco agentes, dos coches y un furgón para detener a dos personas sin indicios.» La cantidad de efectivos y la virulencia de la agresión no responden a una amenaza real, sino a la presunción de peligrosidad por expresión de género y color de piel. Una presunción que también enmascara y justifica el odio y el castigo a la diferencia.

El control, la censura y la culpa.

Esta estrategia de «las tres Cs» (Control, Censura y Culpa) trata de desactivarnos social y políticamente, siguiendo un modelo de autoregulación de los cuerpos del que ya nos advirtió Foucault. Primero necesitan una intensa campaña de control externo, infiltrándose en nuestro barrios, saunas y discotecas. Siembran el miedo con redadas y detenciones, un peligro tangible y real que sirva de disuasión, que nos atemorice para que empecemos a tomar medidas con el objetivo de que no nos ocurra a nosotres o se repita. Cuando ya se haya instalado el miedo a la represión, dejará de ser necesario ese control externo. Nos encargaremos nosotres mismes de desmariconizarnos, de asimilarnos y de no mostrar indicio alguno de peligro social. Entonces habrá acabado el problema de salud pública, porque ya no habrá maricones en la calle que se droguen, solo buenos homosexuales que consuman sanamente en la intimidad de su casa sin que nadie se entere o con sus colegas heterosexuales en el baño de la oficina, donde no molestan porque el problema no es ni ha sido nunca el consumo cishetero.

Entran en los cuartos oscuros y las saunas, pretenden ligar contigo, pero están vigilando, a la caza del desviade

Nuestros bares y locales de confianza han dejado de ser lugares seguros. Calle del Norte, calle Trujillos, calle Puebla y Cuesta de Santo Domingo son las direcciones más repetidas en los testimonios que nos han llegado. Quienes se muevan un poquito por el ambiente (o los polis a los que les toque limpia esa semana) saben que son puntos clave de disfrute mariquitil. Espacios en los que vivíamos nuestra sexualidad libremente, pero que ahora son sinónimo de redada, miedo y alerta: «Nos hicieron un registro cuando estábamos tres personas en una sauna.» Entran en los cuartos oscuros y las saunas, pretenden ligar contigo, pero están vigilando, a la caza del desviade. A veces ni siquiera llegas a entrar: «Un chico con el que ligué me contó que a un amigo suyo le paró la policía en calle Trujillo y nunca llegó al local. Le encontraron un bote de G y se lo llevaron a comisaría. Volvió el domingo a las cuatro de la tarde.» «Me pararon en la puerta de la discoteca. Llevaba 1g de mefe [mefedrona] y popper. Estuve 48 horas en el calabozo y ahora me piden 5 años.» En los círculos de marikas fiesteras ya es costumbre comentar el lunes de resaca si vimos o no policía en el local al que fuimos. Cuando salen ciertos espacios en la conversación se repite el «ten cuidado, ahí suelen hacer redadas/he visto secretas en los baños», como una versión marica del mantra «avisa cuando llegues a casa». Lo que debiera ser una noche de disfrute se convierte en una velada de ansiedad, alerta en las esquinas por si nos tocará a nosotres hoy.

Esta vigilancia constante recuerda a los tiempos del franquismo, cuando «las paredes escuchaban». Nos llegan testimonios que revelan lo enfilades que nos tienen, fijando objetivos concretos que no sueltan, como un perro rabioso con su hueso favorito:

«Hace unos años hicieron una redada en mi domicilio. Entraron sin autorización, aunque sea ilegal, no encontraron nada y me ofrecieron trabajar para ellos como informante. Desde entonces me tienen fichado, me conocen, siempre son los mismos. Me han parado por la calle, siempre en la misma zona y vestido de maricón. Me han cacheado entero cuatro veces, a plena luz del día, da igual que fuese lunes, miércoles o sábado.»

Con estas tácticas de terrorismo institucionalizado ya han conseguido que el miedo se instale en nuestros cuerpos y empecemos a regular nuestros propios comportamientos

Nos utilizan de objeto de prácticas para seguir educando a sus «pupilos» en la represión. Con estas tácticas de terrorismo institucionalizado ya han conseguido que el miedo se instale en nuestros cuerpos. «He dejado de ir a saunas, lo cual me gustaba bastante, porque las últimas veces ha habido redadas y eso me hace sentir incómodo y estresado. Además, me siento inseguro pues he oído de boca de amigos que ha habido gente a la que le encasquetan bolsitas con droga que encuentran en el suelo y que no les pertenecían.» No se soluciona la supuesta problemática, pero sí se consigue higienizar el comportamiento de las marikas para que dejen de ser «tan marikas». Nos autocensuramos y adaptamos nuestro comportamiento asimilándonos a la normatividad para evitar el peligro que conlleva la disidencia. Son viejas y conocidas fórmulas de regulación social. Ocultar nuestro mariconismo para que para que nos «dejen» existir.

Con la autocensura viene la vergüenza y la culpa. Nos encerramos en nosotres mismes por pensar que nos lo merecemos, por drogata, por pelandrusca, por ser demasiado bujarra. No haber ido vestide así, pues no te metas si no quieres que te pillen. Suena muy parecido a eso de «¿y cómo ibas vestida cuando pasó?» ¿No? Porque es la misma técnica de culpabilización de la víctima para justificar un acoso y una violencia particulares. Volvemos a lo que expusimos al principio, si fueras un «gay de bien» esto no pasaría. Se responsabiliza individualmente a la víctima de la agresión sufrida y así se desactiva el poder revolucionario de la comunidad.

No es una cuestión de drogas, es una cuestión de mariconismo

La policía actúa sin indicios, el indicio es parecer marika. «Solo por un frasco vacío me hicieron desnudarme en plena calle. ¿Por qué me pararon? Porque iba agarrado de la cintura con un chico.»

Nuestros cuerpos viven directamente la represión sin ser necesario el consumo. «Me pararon, me pidieron que me quitase la ropa y me tocaron todo sin yo llevar nada ilegal encima. Una vez en Malasaña a plena luz del día y otra a la entrada de un festival.»

Así como hay un perfil racial por el cual paran a personas negras, hay un perfil de género por el cual nos paran a nosotres buscando drogadictas (dirán que traficantes). Y sí, es de género y no de sexualidad, porque el mariconismo se performa, no es algo que aparezca solo a la hora de meterse en la cama con alguien. Mientras aparentes homonormatividad, no supondrás un peligro, y habrá menos posibilidades de que te señalen.

No fueron pocas las que nos expresaron su preocupación ante el «creciente consumo en nuestra comunidad», alabando el trabajo de la policía y pidiendo una acción más contundente

Parecer maricón es indicio de delito y el pánico social del chemsex —búsqueda intencionada de sexo bajo la influencia de drogas psicoactivas para facilitar o potenciar el encuentro sexual— sirve de telón de fondo para justificar las actuaciones de las Fuerzas y cuerpos de represión del estado y su impunidad ante la opresión que ejercen. No fueron pocas las que nos expresaron su preocupación ante el «creciente consumo en nuestra comunidad», alabando el trabajo de la policía y pidiendo una acción más contundente. A ellas les queremos decir, ante todo, que la policía nunca nos va a salvar. Y luego os sugerimos que no vayáis con mucha pluma por la calle porque «yo iba de compras con un amigo por la Gran Vía y nos pararon delante de una tienda. Éramos dos maricones con falda y por eso nos pararon. «A ver, qué tienes debajo de la falda» nos dijeron. Yo me quedé callada, pero mi amigo se encaró y le amenazaron con llevarlo a un portal a desnudarlo si no bajaba el tono. No llevábamos nada.» Y «a mí me han parado como cuatro o cinco veces este año, solo cuando voy de marica. Entre semana voy de traje para el trabajo y nunca me pasa. Un día después de saludar a un amigo me cachearon poco después y me preguntaron qué me había dado (nada).» También hubo un día en el que «estaba volviendo a mi casa de recoger un paquete en una tienda cercana como muchas otras veces. Llevaba shorts y plataformas. Una policía de paisano vino corriendo por detrás preguntándome qué llevaba, insistiendo en que si era droga. Me abrió el paquete en mitad de la calle y se encontró con un montón de latas de comida de gato.» Casi se diría que ni puedes salir a la calle, porque recuerdo que «estando con un grupo de amigas, todo mujeres, me han parado varias veces, identificado y abierto las piernas violentamente para cachearme solamente a mí, la única marika del grupo. Dos veces me ha pasado. No llevaba nada.» ¿Qué indicio hay en todas estas historias de que se esté cometiendo un delito contra la salud pública por tráfico de estupefacientes?

La negativa de la policía a dar a las marikas acceso a la medicación antirretroviral también es un acto de violencia

Además, si fuese esta la preocupación, no se darían las humillaciones que ocurren. Una persona nos cuenta: «Me pidieron desbloquear el móvil y lo hice, aunque fuera ilegal. Se metieron en el Grindr soltando comentarios como ¿Es por aquí por donde os mandáis las fotos de las pollas?». Otra asegura que cuando le detuvieron, tuvo que aguantar estos comentarios por parte de los policías que le custodiaban: «¿En tu casa hacéis fiestas de esas en la que estáis follando los maricones?» «¿Sois maricas y hacéis fiestas en las que folláis cinco días?» «Nos hemos puesto las botas en el orgullo pillando a estos maricas». Estos comentarios son inadmisibles y un acto de odio en sí mismo. ¿Cómo puede protegernos un cuerpo que nos denigra de esta manera? La negativa de la policía a dar a las marikas acceso a la medicación antirretroviral también es un acto de violencia, al que se suma el estigma añadido del VIH que poniendo en riesgo su vida sin pudor alguno.

Entendemos que ver a amigas adictas o enterarte de repente de muertes relacionadas con el chemsex es un shock y un evento traumático por el que no queremos pasar, pero la represión no es la solución.

Entendemos que ver a amigas adictas o enterarte de repente de muertes relacionadas con el chemsex es un shock, pero la represión no es la solución.

Ante esto, no nos quedamos callades y no agachamos la cabeza. No es una vergüenza y no es una carga que tengamos que asumir soles. Es una violencia sistémica que está atravesando a todo el colectivo y contra la que debemos actuar. Colectivicemos nuestra rabia y nuestro dolor, plantémosles cara a estos maderos mamporreros. Luchemos contra estos dispositivos de control y combatamos el terror individualizado con solidaridad y acción colectiva.

¡Marika, organízate!

Si has vivido alguna situación de abuso policial o leer este texto te ha resonado, te animamos a que lo compartas con nosotres en marikacuentalo@riseup.net; y a que vengas a las asambleas.

¡FUERA POLICÍA DE LAS SAUNAS/CHILLS/LOCALES/CALLES DE MADRID!

Recibe nuestro boletín

* indicates required

Intuit Mailchimp


Israelismo: la religión de las víctimas

¿Qué forma de sentir y pensar ha predominado en los discursos y la intervención política de esta edad de la impotencia tanto en las derechas más o menos ultras como en el extremo centro y en eso que un día se llamó izquierda y hoy se autodenomina progresismo? Hoy reina una soberana paradójica: la víctima.

La cultura es ordinaria y de extrema derecha

La cultura de izquierdas parece atrapada en identitarismos, eslóganes gastados y gestos moralizantes. Mientras tanto, el encarecimiento del suelo urbano y la proliferación de regulaciones sobre el espacio público han ido borrando, poco a poco, los lugares donde explorar nuevas formas de vida.

Contribuye a publicar más reflexiones, suscríbete

Banner de suscripción

Otras publicaciones relacionadas

toto togel
Situs Toto Togel 4D
toto slot
situs toto slot resmi
Toto Slot
situs togel
situs toto slot
situs toto
EDCTOTO
EDCTOTO
EDCTOTO
toto togel
togel toto
EDCTOTO
EDCTOTO
EDCTOTO
EDCTOTO
EDCTOTO
ROGTOTO
EDCTOTO
togel toto slot 4D
situs toto 4D slot
ROGTOTO
situs togel toto 4D
ROGTOTO
EDCTOTO
ROGTOTO
situs toto togel
situs toto
situs togel
toto
togel
situs toto togel
situs toto
situs togel
toto
togel
ROGTOTO
TOTO TOGEL
toto slot
toto slot
SAPITOTO
situs toto slot 4D
situs toto slot 4D
ROGTOTO
ROGTOTO
toto togel
ROGTOTO
situs toto slot 4D
toto slot
toto slot
ROGTOTO
Situs Toto Slot 4D
situs toto
ROGTOTO
SAPITOTO
SAPITOTO
ROGTOTO
ROGTOTO
ROGTOTO
ROGTOTO
situs toto
situs toto
situs toto slot 4D
ROGTOTO
ROGTOTO
ROGTOTO
ROGTOTO
SAPITOTO
ROGTOTO
situs toto slot 4D
ROGTOTO
ROGTOTO
EDCTOTO
situs toto
SAPITOTO
SAPITOTO
situs toto
Situs Toto Slot 4D
toto togel
situs toto
SLOT GACOR
Slot88