La anticipación política ante la crisis que vendrá: sobre las tareas políticas y la estrategia del movimiento libertario

por | Mar 21, 2024 | Análisis, Organizarse en el impasse

Texto de respuesta al artículo de Pablo Carmona: "El sindicato de la crisis. Anticiparnos al próximo colapso”, parte de un debate que iniciamos sobre la cuestión de la organización.

Este artículo no puede comenzar sino felicitando la iniciativa de las compañeras que impulsan Zona de Estrategia. Los debates sobre el problema político de la estrategia deben, a mi entender, priorizarse entre todas las tareas que tenemos por delante aquellos que no aceptamos la asunción derrotista y pretendemos empujar con todas nuestras fuerzas hacia la superación de este sistema criminal y de toda forma de dominación. Es esencial continuar rompiendo con esta era de «grado cero de la estrategia» como bien pretendía Daniel Bensaïd. En el ámbito político del Movimiento Libertario, donde yo me reconozco y donde desempeño mi tarea militante, la necesidad de crear, apoyar y defender espacios para un desarrollo profundo de los planteamientos estratégicos es una urgencia casi de vida o muerte.

El dogmatismo y el sectarismo, que denota en muchos casos una filiación únicamente sentimental con los valores ácratas, condena al anarquismo a ser un catálogo de prácticas antiautoritarias

A pesar de la incansable testarudez y heroica resistencia que nos caracteriza, y la sorprendente capacidad para reaparecer allí donde no se nos espera, el anarquismo no puede, ni debe, permitirse continuar su lucha sin abordar en profundidad, en este momento de reflujo y reorganización de las luchas, las cuestiones referidas al qué hacer. Solo este impasse reflexivo puede llevarnos a superar la tradición en el mas trágico sentido de la palabra. El dogmatismo y el sectarismo, que denota en muchos casos una filiación únicamente sentimental con los valores ácratas, y por tanto una adscripción identitaria, condena al anarquismo a no figurar nada más que como un catálogo de prácticas antiautoritarias. Imprescindible pero insuficiente y, desde luego, sin potencial revolucionario.

En este artículo pretendo centrar mi atención en un concepto que articula la propuesta de Pablo Carmona en “El sindicato de la crisis. Anticiparnos al próximo colapso”, publicado en el primer número de Cuadernos de Estrategia. Propongo aquí un contrapunto sobre la idea de “Anticipación” defendida por Carmona, esencial en cualquier propuesta política que quiera romper con el movimentismo azaroso y responsabilizarse de los resultados de nuestras luchas. De la decisión de centrar el debate en esta cuestión de la anticipación no debe entenderse un desacuerdo en el total de los postulados ni una confluencia plena con los mismos.

Hay puntos en la argumentación de Carmona donde nos encontramos decididamente, como son la hipótesis de que “las luchas por venir van a necesitar de anclajes sindicales fuertes que conviertan las crisis individuales en proyectos colectivos de desobediencia”, el acierto que supone tomar como eje central de los conflictos la “necesidades más inmediatas” de los afectados o la “necesidad de articulación y movilización estratégica, no sectorializada, obligada además a escapar de modelos sindicales de servicios” a través de procesos de federación y de apoyo mutuo.

El sujeto político deja de ser la clase trabajadora y se postula el “sujeto hipotecado”, en lo que es una confusión entre la clase social y el sector concreto donde se materializa el conflicto

Por el contrario, diferimos profundamente de la idea de clase social que parte de interpretaciones de la obra de Thompson, donde el sujeto político deja de ser la clase trabajadora y se postula el “sujeto hipotecado”, en lo que a mi entender es una confusión entre la clase social y el sector concreto donde se materializa la ruptura y el conflicto. Esto plantea muchos problemas. Tampoco coincidimos en la idea de “colapso” o de “crisis terminal” como sustitución no problemática de crisis aguda del capitalismo. Entiendo que si lo que se plantea es que la próxima crisis es la definitiva de este sistema, como sostienen algunos teóricos y rechazan muchos otros, la propuesta coherente no puede limitarse a la construcción de espacios de denuncia. La idea transmite cierto barniz de suceso abrupto e inmediato que es imposible e incluso temerario aceptar.

Por lo demás, este debate se centrará tan solo en tres páginas, unas pocas palabras, que soy consciente que no dan fe de la profundidad del razonamiento de Carmona. No pretendo fraccionar su obra para cuestionarla, por el contrario, animo a su lectura. Es en este espacio, entre las páginas 83 y 86, donde defiende y desarrolla brevemente el concepto de anticipación que quiero rescatar.

Un resumen de “Anclajes e instituciones del sindicalismo social”

Carmona parte de la experiencia de lucha de la PAH que comenzó a materializarse en 2008 y que entiende, aquí coincidimos, como una experiencia muy enriquecedora de la que podemos extraer muchas conclusiones que guíen nuestras futuras luchas. De su análisis no se escapa la increíble potencia surgida del cruce del movimiento 15M con esta lucha por demandas parciales, reales y básicas, donde las exigencias sociales tomaban tierra en una causa concreta: el derecho a la vivienda. Comprender esta poderosa alianza en torno al sindicalismo social es clave para entender la propuesta que defiende el artículo.

El análisis continúa proponiendo “dos lecciones” que podemos extraer de esta experiencia: “La primera es que el sindicalismo social se ha construido a partir de una hipótesis de anticipación, esto es, a partir de líneas de ruptura instituidas antes de que la crisis económica se convirtiera en crisis social.” Para Carmona, estas líneas de ruptura son “pequeños laboratorios sindicales en distintas ciudades –como las denominadas “oficinas de derechos sociales”–. Añade que estos “espacios sirvieron de inspiración, punto de apoyo y de encuentro, antes de que el sujeto hipotecado entrara propiamente en escena. A nivel micro, estos espacios permitieron el primer cruce entre tejidos militantes y el nuevo sujeto en crisis.” La segunda lección que el autor quiere señalarnos es que el anclaje político de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca se efectuaba sobre los sujetos más afectados de la crisis y sobre sus necesidades más inmediatas.

Para Carmona, el éxito de la PAH radica en la construcción previa de espacios capaces de incluir e integrar las demandas de los mas perjudicados por la crisis.

De este modo, para Carmona, el éxito de la PAH radica en la construcción previa de espacios capaces de incluir e integrar las demandas de los mas perjudicados por la crisis. Para él, esta experiencia, y otras luchas anteriores, son la ejemplificación de que la herramienta política más útil para articular las luchas sociales no son las organizaciones políticas que intervienen en los movimientos sociales desde fuera y su intelligentsia, sino los espacios abiertos y la confluencia entre diferentes sujetos.

De este análisis parte su conclusión y propuesta: la tarea es la construcción de espacios capaces de anticipar los puntos de fricción social y de acoger a sus afectados para aportarles las herramientas de análisis y de lucha.

El concepto de anticipación en el pensamiento estratégico

Como adelantábamos al comienzo de esta reflexión, es un completo acierto poner en valor el concepto de anticipación como punto de referencia de cualquier propuesta práctica o plan estratégico. Con todos los matices que podamos poner a nuestra capacidad real para construir conocimiento serio sobre los procesos sociales, las propuestas estratégicas que no parten de un análisis profundo de la realidad social –y hay muchas en nuestro entorno–, no son más que posicionamientos propios de posturas identitarias. Debemos pues denunciar y combatir estos planteamientos que además suelen ir acompañados de un relativismo inoperante camuflado de crítica a los desmanes del cientificismo. Que un cuestionamiento a los métodos de producción de conocimiento no nos lleve a enterrarnos en una fosa de antiintelectualismo.

Cada propuesta emancipadora surge de una teoría de la reproducción social más o menos profunda, acertada, implícita o consciente.

Olin Wright en “Construyendo utopías reales” muestra claramente cómo cada propuesta emancipadora surge de una teoría de la reproducción social más o menos profunda, acertada, implícita o consciente. Si bien no puedo defender la posibilidad de apuntar certezas absolutas, niego la imposibilidad de construir hipótesis sustentadas en análisis rigurosos. No obstante, es absurdo negar que las posiciones políticas no tienen mucho de apuesta.

En este sentido, lo primero que puedo decir es que la anticipación no tiene sentido si no parte del análisis producido con ciertas técnicas o métodos que tengan la capacidad de iluminar los procesos sociales en los que estamos imbuidos. Una sospecha total debe lanzarse sobre aquellos que se nieguen a justificar sus posicionamientos. Es una exigencia que debemos poder demandarnos.

¿Quién es el sujeto que se anticipa?

Es en este punto donde las reflexiones que a mí me suscitan los análisis sobre las luchas sociales en las que hemos participado se distancian de las de Carmona, y de forma consecuente, de estas discrepancias surgen propuestas políticas divergentes. El primer cuestionamiento se puede enunciar en términos espaciales; el antes vs el afuera. Carmona nos anima a anticipar al conflicto y a sus protagonistas y para ello genera la imagen del “antes”. No puedo evitar aquí notar cierto equilibrismo forzado para diferenciar entre ese sujeto que se adelanta y espera y aquel que se sabe fuera, en otro lugar, e interviene sobre ellos. No podemos negar que los términos que usamos tienen connotaciones muy fuertes y tendenciosas, pero si de verdad tenemos el propósito de generar un espacio de debate, y asumimos que hablamos de sujetos políticos que no pretenden tutelar, dirigir, ni nutrirse de ningún otro, sino aportar y potenciar en conflictos parciales donde se evidencian las miserias de este sistema criminal y donde se abren espacios para la lucha ¿cuál es la diferencia entre aquellos que se posicionan antes y preparan la lucha, de aquellos que se organizan por fuera con el mismo propósito?

Aquellos que construyen “laboratorios sociales” son el mismo tipo de sujetos que los que prefieren organizarse ideológicamente, y ambos suelen ser diferentes de los afectados directos de las crisis.

Dicho de otro modo, me parece que, en cierta formulación de los postulados estratégicos prototípicos de la autonomía, y que surgen de una crítica con la que coincido, a las formulaciones políticas clásicas y sus prácticas dirigistas y autoritarias, hay un intento de ocultación semántico de un sujeto claramente diferenciado del afectado. El militante rara vez es el afectado. Un intento, por otro lado insostenible a todas luces, y que en el mejor de los casos responde a una declaración de intenciones (no cooptar las luchas), pero que termina produciendo una negación de los diferentes agentes que favorece la emergencia sin herramientas de oposición para contrarrestar las artimañas de burócratas y agentes que pretenden desviar las luchas. Aquellos que construyen “laboratorios sociales” son el mismo tipo de sujetos que los que prefieren organizarse ideológicamente, y ambos suelen ser diferentes de los afectados directos de las crisis.

En segundo lugar, e incidiendo en este abuso de las metáforas espaciales, al menos en el movimiento libertario, me propongo cuestionar que la tarea más efectiva sea la instalación o habilitación de espacios allí donde sea más probable que emerja el conflicto social. O, mejor dicho, lo que defenderé es que esta apertura de espacios en los límites sociales tensionados va siempre precedida y además debe irlo, de la consolidación de grupos u organizaciones con al menos cierta afinidad ideológica y estratégica.

En otras palabras, cuando decimos que debemos crear espacios que puedan acoger y potenciar las luchas futuras lo hacemos en un espacio que es el social y no el físico, adelantando y escondiendo un paso previo y sin embargo esencial. Si bien la construcción de estos espacios es imprescindible, lo es más, y de forma necesariamente previa, la conformación de grupos políticos que asuman esta necesidad actual.

Defendemos que la creación de una organización ideológica tiene más capacidad de reorientación que un espacio amplio.

Aquí la gran diferencia estratégica entre los postulados autonomistas y los especifistas –donde yo me encuentro– es que la tarea principal no es la creación de espacios amplios para sostener las luchas sociales, sino la conformación de organizaciones que construyan de forma explícita unidad ideológica, estratégica y de acción. Esto merece dos anotaciones: una explicación y una aclaración.

La primera es que defendemos que la creación de una organización ideológica tiene más capacidad de reorientación que un espacio amplio. La tarea de la lucha de clases hoy puede ser la habilitación de estos espacios para el sindicalismo social, pero en fases más avanzadas en cuanto al nivel de organización obrera y de combatividad pueden ser otras. Más aún si pensamos que podemos estar a las puertas de un abrupto cataclismo climático y social.

Consideramos necesaria la creación de una organización específicamente anarquista para la intervención política

La segunda es una aclaración necesaria, no estamos diciendo que en otras corrientes o familias del anarquismo, o incluso de ciertos movimientos sociales no se den formas de organización. Lo que decimos de forma clara es que consideramos necesaria la creación de una organización específicamente anarquista para la intervención política, propuesta que dista notablemente de otras formas de asociación y organización. ¿En qué se diferencia? En que pretende crecer y durar. Crecer para poder llegar a más sitios donde poder apoyar las luchas de nuestra clase y durar para poder generar espacios reflexivos que produzcan esa capacidad anticipatoria.

Por si la diferencia no quedase lo suficientemente explicita, esta propuesta es una reacción a los pequeños grupos de afinidad y a los espacios con tanta heterogeneidad ideológica (anarquismo de síntesis) que rara vez son capaces de construir una acción realmente coordinada y duradera. Entiéndase que hablo de propuestas organizativas para el movimiento libertario y no de ámbitos más plurales y extensos. Defendemos e impulsamos los procesos amplios en movimientos de tendencia y de masas, pero no creemos que esos espacios sean los propicios para la creación de un anarquismo social con pretensiones revolucionarias.

Uno de los problemas centrales de ocultar o negar la necesidad de agruparse con los que piensan más parecido a ti y quieren organizarse junto contigo para luchar, es que en cierto modo se les mancha con la sospecha del autoritarismo y de la burocratización. Se criminaliza la legítima y libre asociación política a la vez que se sostiene que se lucha en pro de los procesos de autoorganización. A su vez no solo no se consigue, con formas menos claras de organizarse, combatir los procesos de burocratización, sino que otra vez, se favorecen. Evidentemente la aceptación de este postulado pasa por no caer otra vez en posturas sectarias y estar abierto a debates sin prejuicios.

Para nosotros la estrategia general que debe guiar la asunción de unas tácticas u otras es la revolución social anticapitalista.

En el tercer aspecto en el que quiero incidir realmente es una extensión del segundo. Podría enunciar mi propuesta diciendo que lo que se plantea como una estrategia en gran parte de los postulados de la autonomía, para la corriente del anarquismo a la que pertenezco es más bien una táctica parcial que debemos adoptar o rechazar dependiendo del momento político, respuesta que debe extraerse de análisis coyunturales. Dicho de otro modo, para nosotros la estrategia general que debe guiar la asunción de unas tácticas u otras es la revolución social anticapitalista. Las tácticas concretas son la respuesta a preguntas concretas que van precedidas de: con este objetivo revolucionario ¿cómo deberíamos organizarnos? ¿Cómo debemos crecer e integrar nuevos militantes? ¿En qué conflictos sociales debemos participar y con qué objetivos y propuestas?… la respuesta hoy, en la que coincidimos, es la creación de un sindicalismo social, pero es una respuesta táctica y no estratégica.

Esto no supone negar que detrás de la autonomía, como corriente estratégica bien desarrollada, hay una propuesta estratégica. Más bien supone una crítica a las limitaciones de la misma, y un aviso ante la aceptación del autonomismo como un sentido común, y por tanto una práctica irreflexiva, hegemónica en el movimiento libertario de hoy.

Los nacidos a partir de los 80, asumieron de forma acrítica la estrategia hegemónica de la autonomía

Este planteamiento surge de una crítica que en realidad es una autocrítica surgida de la reflexión de mi propia practica como militante. En realidad, momento dramático, yo comencé mi andadura en el activismo en el mismo centro social en el que militaba Pablo. Si bien mis compañeros, de una generación mayor a la mía, habían adoptado la línea estratégica de la autonomía a partir de una reflexión profunda y meditada y también como critica a otras formas de militar a las que reaccionaban, yo las asumí desde el sentido común, y como yo, me atrevo a decir, las siguientes generaciones. Las que no vivieron de primera mano el movimiento altermundialista, los nacidos a partir de los 80, se formaron en ella y asumieron de forma acrítica la estrategia hegemónica durante aquellos años. Los centros sociales, las cooperativas, las comunidades, los grupos de afinidad… todas estas prácticas no se han elegido de forma racional y meditada, se han convertido en el sentido común de los movimientos sociales al igual que una parte importante del anarquismo asumió el sindicalismo laboral como práctica propia.

¿Cómo explicamos la huida hacia delante de multitud de jóvenes hacia el fuerte y seguro abrazo de lo que parece un resurgir de formas rígidas y verticales de organización política?

Desde los años 80 hasta la actualidad contamos con más de cuatro décadas que debemos analizar con rigurosidad para sacar conclusiones. Lo que yo planteo es aplicar aquí también el análisis y la anticipación. Las preguntas que me parece interesante responder son: ¿cuáles son los limites reales de integración de los espacios que “liberamos” para otros sujetos sociales? ¿Cuán de capaces son de dar respuestas reales y duraderas a sus necesidades? ¿Han conseguido estos espacios ampliarse hasta disputar espacios amplios al capitalismo y mostrarse como una amenaza real o mejor dicho, como una alternativa real? Y aquí no vale mentar a Rojava y el EZLN, no nos acoge una selva, no tenemos rifles de asalto y no ha caído el estado debido a una guerra colonial y a la emergencia de un ejército fundamentalista. Más bien debemos preguntarnos ¿cuáles son los logros reales?, ¿cuál es su alcance social?, ¿en nuestras cooperativas hay más gente que ese sujeto social “nosotros”? Deberíamos profundizar más y cuestionarnos si existen relaciones entre los límites de crecimiento, expansión y capacidad real de producir cambio de nuestros espacios y la ristra de abandonos que se producen en nuestras filas. ¿Qué conexión puede haber entre los “experimentos municipalistas” y las limitaciones de nuestras prácticas? Y en último lugar, ¿cómo explicamos la huida hacia delante de multitud de jóvenes hacia el fuerte y seguro abrazo de lo que parece un resurgir de formas rígidas y verticales de organización política?

Otra propuesta para el Movimiento Libertario

La alternativa que aquí defiendo parte de aceptar la diferencia entre los sujetos politizados y los que no los están aún, de los afectados y de los que no lo son de forma directa, todos en mi opinión miembros de una misma clase, la trabajadora. Diferencia que no se debe ocultar y que justo la explicitación y la reflexión crítica sobre la misma es la que nos permitirá generar herramientas contra la instrumentalización de los unos por los otros.

Esta propuesta parte de la aceptación de que los sujetos politizados pueden y deben agruparse y organizarse, y de hecho lo hacen. Aquí damos un paso más y el aceptar esa diferencia entre sujetos y esa relación que creemos productiva en términos emancipadores nos anima a encontrarnos en organizaciones donde construyamos consensos que nos permitan actuar de forma reflexiva y coordinada, en coherencia con nuestros principios libertarios. Y todo esto como paso previo a la habilitación de espacios para potenciar y dinamizar las luchas concretas y aterrizadas, que es lo que nos dicen nuestros análisis que toca hacer hoy.

Organizaciones que nos permitan realizar en colectivo un camino de ida y vuelta del análisis a la práctica, de la abstracción a la materia, con capacidad para calcular, recalcular y autoorientarse. Organizaciones, en mi caso anarquistas, que tengan la capacidad y la fuerza de detectar y combatir desvíos y cooptaciones. Que asuman la diferencia no solo con el resto de la clase trabajadora y entre diferentes clases, sino la diferencia política y estratégica, no para cancelarla o eliminarla sino para potenciar las reflexiones y los análisis en el conjunto de las luchas. Que permita la creación de alianzas con otras corrientes y tendencias que tengan los mismos objetivos emancipadores que nosotras defendemos.

Un espacio de confluencia sobre la táctica del Sindicalismo Social

Llegados a este punto toca esbozar una propuesta táctica más allá de la defendida para el movimiento libertario. Porque el propósito de confluir y construir alianzas es sincero, la pregunta que debemos intentar responder en este momento es ¿qué tarea en común tenemos? Parece que hay encuentro táctico en la importancia que tiene la construcción y apoyo de espacios que tenga la capacidad de acoger a los afectados reales de la crisis por venir junto con los activistas y militantes. También coincidimos en que estos espacios solo son realmente potentes cuando se articulan en torno a cuestiones concretas que padece la clase trabajadora.

Ahora bien, esto no es suficiente. O estos espacios se dotan de las herramientas necesarias para poder construir modelos organizativos horizontales e integradores, con capacidad de análisis y proyección, realmente armados contra desvíos y cooptaciones, o tendrán graves problemas para poder superar las múltiples dificultades que tiene la lucha social. Algunas de estas habilidades y capacidades las hemos ido aprendiendo y entrenando durante años de participación activa en los movimientos sociales y espacios de autoorganización. Sería tan irresponsable negar los conocimientos adquiridos durante nuestra experiencia militante, como pensar que se han desarrollado de forma completa y que ahora solo pueden ser exportados.

Podríamos comenzar por juntarnos, mapear en común el panorama social y ampliar la invitación a mas organizaciones con la que poder trabajar en un proceso de debate y coordinación

Podríamos comenzar por juntarnos, mapear en común el panorama social y ampliar la invitación a mas colectivos u organizaciones con la que poder trabajar en un proceso de debate y coordinación, que tenga como propósito la creación de un espacio de tendencias que apuesten por el sindicalismo social como forma de organizar y articular las luchas. Podemos iniciar un manual abierto e incompleto, pero si iniciado, que recoja conocimientos, propuestas y metodologías útiles. Podemos concretar una táctica de intervención y autoorganización. Podemos y debemos hacer todo esto porque el tiempo siempre corre en nuestra contra. Anticiparnos a la siguiente crisis y no perder la iniciativa ante propuestas de índole autoritario que están por llegar.

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