De nuevo la “tribu de los topos“

por | Mar 5, 2024

¿Por qué una revista? ¿Por qué un formato tan «viejo», tan «intelectual», tan poco adaptado a las nuevas sensibilidades audiovisuales, cada vez más asistidas por el patronazgo corporativo de las redes sociales y la inteligencia artificial?

Una breve excavación arqueológica

En febrero de 1964 el historiador Perry Anderson publicó, en el número 23 de la New Left Review (NLR), el artículo titulado «Los orígenes de la crisis actual». Este texto de apenas cuarenta páginas inauguró uno de los debates más intensos y enconados que haya conocido la historiografía marxista. En este participaron también algunos de los intelectuales más destacados del momento. Además del propio Anderson, Tom Nairn y un enfurecido E. P. Thomson contribuyeron a una discusión a la que este último aportó uno de sus textos más conocidos: «Peculiaridades de lo inglés».

No es nuestro propósito entrar a fondo en esta discusión en la que se dilucidaron cuestiones clave sobre la formación del capitalismo inglés o, incluso, del capitalismo a secas. En los años sesenta, la NLR trató de investigar acerca de la formación de la burguesía y el Estado británicos, la reminiscencia ritual de la vieja aristocracia, la emergencia de la nueva burguesía industrial en los primeros tiempos del imperialismo inglés, las particularidades de la clase obrera británica y también del capitalismo insular. Posteriormente y durante décadas, la New Left Review albergó debates cruzados en torno a estas cuestiones. Las respuestas (como la del propio Thompson), a veces se difundían desde otras publicaciones como el Socialist Register. De hecho, parte de esta discusión ha sido reeditada recientemente por esta misma revista que tiene ya medio siglo de historia.

Queremos desentrañar la función política e intelectual que puede jugar una revista política, esto es, una revista militante y de parte

Con esta breve mención a la historia de la NLR no pretendemos hacer un ejercicio de erudición. Antes bien, queremos desentrañar la función política e intelectual que puede jugar una revista política, esto es, una revista militante y de parte. De hecho, el esfuerzo y el debate de los historiadores marxistas británicos fue lo menos parecido a una discusión académica. Su interés explícito estaba en tratar de entender y, a la vez, intervenir en la crisis inglesa de aquellos años. De un modo que encuentra más de un paralelismo con la situación española de hoy en día, los militantes intelectuales de la NLR reconocieron en la política laborista y en el movimiento sindical inglés un excesivo presentismo, una continua atención por el regate corto dentro del marco de la política institucional del momento, así como una absoluta incapacidad de intuir los perfiles de la crisis social que estaba transformando la sociedad británica y que, más adelante, encontraría formas de expresión política nuevas (a la vez modernas y reaccionarias) en el largo gobierno de Margareth Thatcher.

La izquierda británica de entonces, como la española de ahora, estaba subsumida en la lucha ideológica y electoral. Andaba a ciegas en lo que se refiere a los profundos cambios en la estructura de clase británica, las nuevas formas de subjetivación, la emergencia de luchas obreras de matriz netamente antisindical, la formación de un proletariado y un subproletariado migrante que procedía de la antiguas colonias británicas, la propia decadencia del capitalismo inglés o el creciente impacto de los movimientos antinucleares, de las nuevas subculturas urbanas, de la organización de los jóvenes anglocaribeños, etc. Este vacío es en el que intentaron operar y a la vez superar, con un éxito relativo, revistas como la New Left Review, Socialist Register o los Stenciled Papers del Centro de Estudios Culturales de Birmingham durante las décadas de 1960 y 1970.

Más allá del ámbito anglosajón y con una vocación más militante incluso que la de la NLR, este fue también el objetivo de toda una serie de publicaciones nacidas alrededor de la década de 1960. Es el caso de Socialisme ou Barbarie o Informations et Correspondances Ouvrières (ICO) en Francia, Quaderni Rossi o Classe Operaia en Italia. Incluso en la España de los años setenta, hubo también varios intentos de realizar esta función a través de los Cuadernos de Ruedo Ibérico o de revistas más modestas como Teoría y Praxis.

Estas revistas se plantearon la necesidad de entender y analizar las transformaciones en curso: los cambios sociales, las formas de lucha

En todas estas publicaciones se descubre un doble objetivo. En primer lugar, la certificación de que la izquierda ha entrado en barrena, que es políticamente incapaz, que se ha corrompido, que carece de la mínima inteligencia para intervenir sobre una situación cambiante. Si situamos el diagnóstico en los años sesenta, este «movimiento de revistas» aparece asociado a la crítica a la izquierda socialista y comunista, ya sea por su colaboracionismo con las formas políticas y económicas de la época (el keynesianismo fordista), ya por la esclerotización dogmática del marxismo de partido, ya por ambos. En segundo lugar, estas revistas se plantearon la necesidad, incluso la urgencia, de entender y analizar las transformaciones en curso: los cambios sociales, las nuevas formas de lucha y protesta, la crisis en ciernes de las formas capitalistas del periodo, las transformaciones internas al Estado, etc.

Querían ser instrumentos de organización política de las nuevas expresiones de la protesta

A estas funciones, este movimiento intelectual —por hablar en términos genéricos y quizás demasiado imprecisos— añadían otro importante propósito: querían ser instrumentos de organización política de las nuevas formas de expresión de la protesta. Así para el caso de la NLR, esta aspiró a ser, de forma seguramente demasiado explícita, la revista de la Nueva Izquierda. Y en sus primeros tiempos se desplazó por toda la geografía británica con varias furgonetas, organizando clubes de lectura allí donde pudieron, tratando de reunir la nueva sensibilidad política en una forma de protoorganización, en un estilo que recuerda mucho a lo que en fechas más recientes ha intentado Jacobin con los DSA, los socialistas democráticos de Estados Unidos.

Con una pretensión militante aún más ambiciosa, los círculos operaístas italianos nacieron desde el principio ligados a las nuevas formas de expresión obrera: a las huelgas salvajes, a la generalización del absentismo, al sabotaje de masas. Su método de trabajo en las fábricas era a un tiempo de agitación y de investigación. Para ello inventaron un término, coricerca (coinvestigación), en el que las diferencias entre el intelectual militante y el obrero militante se disolvían en un proceso de comprensión conjunta del sistema de explotación de la fábrica, pero también de interrupción del mismo. A este trabajo de coinvestigación se deben los magistrales análisis de los principales polos industriales italianos (el de la Fiat de Turín o la Pirelli, el petroquímico de Porto Marghera). También la batería clásica de los conceptos operaístas (composición de clase, obrero masa, autovalorización). Así como, la concentración conceptual de este conocimiento inserto en las prácticas de resistencia obrera, especialmente el «rechazo del trabajo» que tanto escandalizaba a la vieja izquierda obrera del PCI. Estos círculos, además, formaron parte y acompañaron los procesos de formación de contracultura de aquellos años que dieron lugar a nuevas formas de vida.

Resumen de propósito

Obviamente, sería en extremo pretencioso pensar que esta revista que ahora presentamos vaya a cubrir siquiera parcialmente los vacíos de reflexión y crítica que hoy son tan claramente detectables en el marco de la crisis política de la izquierda local. Tampoco pretendemos emular, siquiera parcialmente, la trayectoria de estas revistas clásicas, que a su modo lograron renovar el pensamiento crítico hasta el punto de conducirlo hasta nuestros días. En cualquier caso, Zona de Estrategia pretende al menos destacar la necesidad, por no decir la urgencia, de reincorporar estas tres funciones que se pueden reconocer en aquellas revistas: el análisis de la coyuntura presente, esto es, la crisis seguramente terminal en el medio plazo de la hegemonía de un cierto tipo de capitalismo histórico, con riesgo cada vez más probable de conducir a un colapso civilizatorio; la crítica también de las formas de la izquierda actual, que en el caso español parece entrampada en los límites a largo plazo del 15M, hoy reconducido en la forma de los gobiernos progresistas; y, por último, la vocación de tratar de aportar a la organización de las nuevas sensibilidades, malestares y formas de militancia que cabalgan tanto sobre los procesos de crisis, como sobre las incapacidades de la izquierda.

Uno de los trabajos fundamentales de esta revista consistirá en diseccionar la economía política de esa «formación social», que llamamos España

En este sentido, esperamos que una parte no menor del trabajo de Zona de Estrategia, se centre en el análisis de la crisis. Esta se inscribe en un marco complejo, en el que operan fuerzas que van mucho más allá de lo que cualquier política de carácter local pueda llegar siquiera a plantearse. Para el caso español, es preciso reconocer que su realidad provincial está conectada con el largo ciclo neoliberal financiero que comienza a articularse en los años setenta y que parece entrar en su fase final en 2008. Por eso, uno de los trabajos fundamentales de esta revista consistirá en diseccionar la economía política de esa «formación social», que llamamos España, su especialización en los sectores turístico, financiero e inmobiliario; la composición de su estructura de clases marcada por la preeminencia de unas clases medias que basculan entre su propensión a la vulnerabilidad y la demanda de la protección del Estado; las dinámicas de proletarización de una parte de esa misma sociedad, en ocasiones conectada con los grandes movimientos migratorios globales; la forma social de sus principales metrópolis; los impactos de la crisis capitalista global, también en su dimensión ecológica, social, etc.

De otra parte, apostaremos, al modo en el que se hizo en los años sesenta y setenta, por una crítica de la izquierda existente. Una izquierda que, en nuestro caso, resulta paradójicamente nueva. Esta surge del acontecimiento 15M y se ha presentado como una gran promesa para la articulación de una «nueva política». Y sin embargo, esta izquierda, que en los últimos años ha recibido distintos nombres, al tiempo que se organizaba con diferentes formas e intensidades (Podemos, Sumar, municipalismos), ha dejado igualmente un rastro de decepción, desencanto e impotencia. Sin la medicina de una apuesta política fuerte, pocos ejercicios pueden ser moralmente más devastadores que el de comparar la impugnación general al régimen político en los años 2011-2013 con los procesos de purga y guerra interna dentro de esta nueva izquierda y su domesticación posterior como partidos al uso subordinados al PSOE. Al análisis y crítica de este proceso de absorción y subordinación de la nueva izquierda, hemos querido dedicar el primero de lo que esperamos sea una larga serie de monográficos, que reciben el nombre no muy original (y casi irónico) de Cuadernos de Estrategia. Esta primera entrega se titula de forma descriptiva: La restauración de la normalidad. Del 15M a los gobiernos progresistas.

Estos movimientos han sido subordinados, cuando no subsumidos a las lógicas impuestas por los distintos gobiernos progresistas

Efectivamente, la conducción del gran acontecimiento político de las últimas décadas (el 15M) a esta restauración progresista, junto con la gran ola de las nuevas derechas que recorre el planeta, han dejado el campo de la crítica y la construcción de movimientos de lucha atrapados en dinámicas de impotencia. Creemos que a esta suerte no han escapado tampoco los movimientos sociales. Arrinconados y con escasa iniciativa, estos movimientos han sido subordinados, cuando no subsumidos a las lógicas impuestas por los distintos gobiernos progresistas, que han extendido el asfixiante manto de la paz social.

Una de las principales apuestas de esta revista es, de hecho, reflexionar sobre la «forma» movimiento social, como paradigma de un cierto tipo de política extrainstitucional que nace en la década de 1980 y llega hasta hoy en día. La forma movimiento social que aquí será objeto de crítica viene caracterizada por su fragmentación, su en ocasiones narcisismo diferencialista, su propensión a reproducir las políticas de la identidad, su tendencia a veces al corporativismo y las formas de institucionalización que corresponden a una sociedad altamente fragmentada e individualizada. En conjunto, trataremos aquí de considerar la apuesta por formas políticas que superen este impás, y que no solo hablen de federación, composición y alianza, sino de construcción de sujetos plurales pero armados con una suerte de nuevo «universalismo negativo», capaz de reunir explotación y rechazo en una política común.

Esperamos que Zona de Estrategia pueda contribuir en algo a la necesidad de articulación política que necesariamente surge de la crisis

Por eso esperamos que Zona de Estrategia pueda contribuir en algo a la necesidad de articulación política que necesariamente surge de la crisis. En este sentido, nos tomamos muy en serio la necesidad de «estrategia», pero de una forma que se opone radicalmente a los presupuestos de la izquierda revolucionaria convencional, para la que la estrategia y el sentido de la acción política venía determinado a priori por ciertas plantillas heredadas, que si bien se querían fundadas en la «teoría», nunca escapaban a cierta ideología de partido, cuando no de capilla intelectual. A nuestro modo de ver, la estrategia no viene determinada ni por la organización, ni por ninguna agencia intelectual, ni tampoco naturalmente por esta revista. La estrategia está únicamente determinada por los desplazamientos y los impulsos de emancipación y transformación que se producen a veces abiertamente, a veces soterradamente, dentro de la misma sociedad que habitamos. En otras palabras, la estrategia se descubre, no se implanta.

En este sentido, creemos necesario investigar sobre el terreno, reconocer las formas de lucha y sabotaje social cuando estas ni siquiera son públicas, encontrarnos de bruces con los malestares que produce la crisis, la formas de proletarización, pauperización y devaluación social. Y a partir de ahí establecer alianzas sociales nuevas. Se trata, como se ve, de un trabajo de exploración subterránea. Una vez más, queremos encontrarnos y formar parte de la «tribu de los topos».

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