Este artículo analiza una tendencia creciente en los movimientos sociales hacia el punitivismo, entendido como la demanda de más leyes, penas más duras y un fortalecimiento del sistema penal como solución a diversas formas de violencia. Aunque estas demandas puedan surgir de la necesidad de proteger a grupos vulnerables, paradójicamente fortalecen al Estado que perpetúa las condiciones estructurales que generan dichas violencias.


