Análisis de coyuntura desde las disidencias sexuales proletarias

por | Jul 7, 2025 | Antipunitivismo, Disidencias

Defendemos una conciencia de clase más amplia capaz de entender el género y la sexualidad en su interrelación con las dinámicas capitalistas y de fragmentación social, y apuntar hacia la necesidad de la solidaridad de clase

Este articulo es un fragmento de “Un transfeminismo para la lucha de clases” publicado hace poco en nuestro blog del que esperamos se puedan extraer balances y críticas que sean útiles a la lucha contra la opresión de género en todo el estado español.

1. Panorama institucional

A la hora de juzgar nuestra situación como disidentes sexuales es importante afrontar nuestro papel en un contexto más amplio, y por eso abordamos la situación de coyuntural general. Entendemos que este contexto es el de una crisis del sistema capitalista, en concreto en su etapa neoliberal, que genera limitaciones y momentos de oportunidad; una crisis económica, ecológica y política.

En el contexto estatal, encontramos, como parte de esta crisis, una pérdida relativa de legitimad del sistema electoralista y de sus partidos políticos con un progresivo aumento de la desconfianza del proletariado respecto a él. El proyecto socialdemócrata, dada la reducción de los márgenes de beneficio del capital, es incapaz de establecer grandes políticas reformistas y redistributivas como lo hizo en algunas décadas del siglo XX. Además, ni siquiera hace el máximo posible dentro de las posibilidades que otorgan los rangos de beneficios actuales, por no existir una fuerza revolucionaria relevante que suponga una amenaza, ni una clase proletaria suficientemente organizada capaz de conseguir conquistas. Además, en los países de la Unión Europea no hay soberanía de los Estados, sino que muchas competencias las posee la Unión Europea. Así, el proyecto socialdemócrata se torna a menudo un proyecto directamente socioliberal o liberal. Este proyecto reproduce la la violencia de clase mediante reformas, y dirige las demandas y los intereses del proletariado dentro del marco burgués, anulando otras vías revolucionarias o políticas de ruptura, volviendo al proletariado dependiente del Estado.

El ámbito de la disidencia sexual ha cobrado relevancia en la política parlamentaria como eje diferenciador entre partidos

En este contexto, la diferencia entre partidos socialdemócratas y conservadores o democristianos no es fundamentalmente la política económica, ni si quiera la concerniente a derechos políticos, sino que frecuentemente se libra en el ámbito discursivo y cultural. Este hecho nos concierne especialmente: el ámbito de la disidencia sexual, puesto sobre la mesa por movimientos de base, ha cobrado relevancia en la política parlamentaria como eje diferenciador. La alianza con las asociaciones LGTB reformistas y el avance en derechos cívicos (como el matrimonio homosexual o la Ley Trans) para la clase media LGTB se ha convertido en un elemento importante en la forma en la que los partidos socialdemócratas y socioliberales buscan diferenciarse de las alternativas electorales derechistas y mantener cierta adhesión entre el electorado de izquierdas. Pero los avances que se están dando para las disidentes sexuales no van de la mano de políticas de ampliación de derechos políticos generales ni de una reestructuraciones socioeconómicas sustancial capaz de debilitar las bases de la opresión, sino que atienden a cuestiones específicas ligadas a la identidad “LGTB”, escindiendo estos derechos y avances del conjunto de condiciones que se necesitan para desarrollar plenamente la libertad sexual. Eso no significa que algunas medidas no puedan mejorar las vidas de les disidentes (por ejemplo, facilidades para modificar el DNI o acceder a procesos de hormonación), pero definitivamente no van a acabar con la raíz de la opresión de género y las violencias derivadas de esta, ni pueden garantizar en ningún caso unas condiciones de vida deseables y libres para las disidentes del proletariado ni para el conjunto de la población.

La liberación de género se asocia con políticas identitarias y se presenta como algo separado de una política general en favor de la clase proletaria en su conjunto

Separada de su naturaleza social y económica, la liberación de género se asocia con políticas identitarias y se presenta como algo separado de una política general en favor de la clase proletaria en su conjunto. Por otra parte, las disidentes sexuales se convierten en chivo expiatorio de la reacción. La polémica alrededor de la Ley Trans ha sido un ejemplo de cómo se emplean las cuestiones de género como moneda de cambio parlamentaria para disputar al electorado y alimentar la maquinaria partidista. Por una parte, Podemos, que después de años en un gobierno del PSOE ha incumplido todas sus promesas electorales (Reforma Laboral, Ley Mordaza, vivienda, renta básica y fiscalidad…) trataba de ganar apoyos entre algunos sectores sociales a la izquierda del PSOE declarando su representación de los derechos LGTB. Mientras tanto, el PSOE, buscaba restaurar su liderazgo como defensor de las políticas del género, apelando al clásico sujeto “mujeres”, y arremetiendo contra las personas trans en nombre de un supuesto feminismo en contra de les disidentes de género —que pretendía interpelar, sobre todo, a las mujeres de clase media y trabajadora de mediana edad—. En paralelo, la ultraderecha, dentro y fuera de la política institucional, alimentaba discursos de odio contra las personas trans y azuzaba el pánico moral ante la perversión de la infancia y la degeneración social, reivindicando un horizonte tradicionalista del género y la familia nuclear.

Así, por una parte, la ultraderecha (VOX), construye un chivo expiatorio alrededor de lo trans y lo kuir que, junto con les migrantes y personas racializadas, sirve para definir un enemigo social para la clase alta y media alta, contra el que tratan de canalizar malestares sociales de capas sociales más amplias. Por otra parte, partidos autodenominados de izquierda (como el PSOE), que cuentan con una amplia base social entre la clase proletaria, culpan a les disidentes de perjudicar a la lucha feminista y generan división en movimientos sociales que desbordan su capacidad de cooptación. Alimentan así el odio del penúltimo contra el último y dificultan la construcción de un sujeto político de clase.

2. Análisis crítico del movimiento LGTB, en relación con la izquierda radical

Es preciso detenernos también en los posicionamientos alrededor de lo kuir en el ámbito de la “izquierda radical” o revolucionaria. Algunas organizaciones pretendidamente revolucionarias culpan a les disidentes sexuales de reforzar la fragmentación de la clase, así como de alimentar el giro hacia la política cultural de la izquierda parlamentaria y distraer de las cuestiones importantes. Este discurso en ocasiones se alinea peligrosamente con las posturas reaccionarias de otros sectores sociales.

En esta coyuntura, es preciso ser capaces de criticar las limitaciones y riesgos de ciertas prácticas del movimiento LGBT y problematizar las formas de conciencia espontánea de las personas que se desvían de la heteronorma , pero también ser conscientes del marco de ofensiva contra este colectivo en el que nos movemos. Con estas formas de conciencia espontánea nos referimos a una comprensión individualista y esencialista de la identidad, a la noción de que la causa de la opresión son “las personas cishetero” o la heteronorma en abstracto, y la forma de solucionar los problemas de les disidentes, llevar a cabo campañas de visibilización, y promover reformas legales que amplíen algunos derechos sociales. En lugar de eso, nosotres defendemos una conciencia de clase más amplia capaz de entender el género y la sexualidad en su interrelación con las dinámicas capitalistas y de fragmentación social, y apuntar hacia la necesidad de la solidaridad de clase.

Las desviadas del género no solo nos organizamos en clave de disidencia sexual, sino que formamos parte de la militancia en muchas otras organizaciones y frentes

En cualquier caso, y en línea con lo anterior, es preciso aclarar que la crítica en ningún caso es a las personas transmaribibolleras como tal, sino a determinadas comprensiones o prácticas políticas asociadas con lo kuir que, por lo general, son extensibles a gran parte de los movimientos sociales y políticos. Dado el contexto en que nos encontramos, creemos importante subrayar esta diferencia. También es importante contemplar que las desviadas del género no solo nos organizamos en clave de disidencia sexual, sino que formamos parte de la militancia en muchas otras organizaciones y frentes (lucha sindical, organizaciones vecinales, etc). A veces esto se hace contribuyendo al avance político en materia de género en estos espacios, otras veces no, bien sea por elección deliberada o por tratarse de espacios desfavorables para ello.

Asimismo, creemos importante recordar que tanto las victorias como las derrotas parciales de sectores concretos del proletariado son, en realidad, compartidas por el conjunto del proletariado. Por consiguiente, un debilitamiento tanto del movimiento revolucionario en su conjunto como de las estructuras alrededor de las cuales la clase se organiza espontáneamente (sindicatos, asambleas de barrio, centros sociales, colectivos, etc.) dificulta a las disidentes el despliegue de una política revolucionaria; es decir, de una política capaz de ir más allá de los circuitos más inmediatos en los que se actúa —que son espacios muy minoritarios— que se construyen en gran medida al margen de la sociedad entendida en un sentido amplio.

La tarea es, por tanto, encontrar conjuntamente la forma de mantener nuestra autonomía política respecto a los intereses del capital

Las identidades LGBT y las demandas culturales de cierto sector del movimiento han sido tachadas de neoliberales por algunos sectores de la izquierda radical, argumentando la facilidad para ser cooptadas y asimiladas por el sistema capitalista. Si este peligro existe, también han sido cooptables y cooptadas otras fuerzas sociales como los sindicatos e, históricamente, las direcciones de múltiples partidos obreros. La tarea es, por tanto, encontrar conjuntamente la forma de mantener nuestra autonomía política respecto a los intereses del capital. Por eso consideramos que es muy importante que el debate político y la crítica entre organizaciones y colectivos se dé en una clave honesta, constructiva y superadora, y no impugnadora, poniendo a disposición de les interlocutores las herramientas para avanzar alrededor de una estrategia revolucionaria. Por otro lado, la amenaza creciente de violencia y aumento del control social que viven las personas trans y disidentes estrecha la libertad de la clase en su conjunto. Por tanto, la solidaridad no es fundamentalmente una cuestión moral sino un principio estratégico: cuando un frente de lucha avanza, las condiciones para la lucha general mejoran, y viceversa: si otros sectores retroceden, la clase retrocede en su conjunto. En definitiva, no nos aliamos esencialmente por una cuestión de empatía, sino porque nos necesitamos mutuamente, y es preciso tener esta conciencia presente. Es preciso avanzar en múltiples frentes a la vez para construir un poder de clase capaz de asumir las tareas que exige un proceso de liberación sexual profundo.

La solidaridad no es fundamentalmente una cuestión moral sino un principio estratégico: cuando un frente de lucha avanza, las condiciones para la lucha general mejoran

Otro actor relevante en el ámbito de la politización de la disidencia sexual en las últimas décadas han sido las asociaciones LGBT reformistas e interclasistas, que han dominado el discurso y la “lucha” LGTB en las últimas décadas. Estas asociaciones gozan actualmente de escasa legitimidad y referencialidad entre las personas jóvenes. Su práctica se ha basado en la subordinación a la socialdemocracia, al identitarismo/esencialismo, y a la obtención de determinados derechos cívicos como el Matrimonio Homosexual, la Ley Trans o el reconocimiento de la discriminación y los “delitos de odio” contra la población LGTB, conquistas de distinta naturaleza. Mientras algunas como la Ley Trans suponen un avance, aunque parcial, en la lucha contra la opresión de género, por la relativa libertad que otorga a las personas trans frente al aparato médico estatal, otras como el marco de los discurso de odio son contraproducentes en cuanto que profundizan en la capacidad punitiva del Estado. Si bien la Ley Trans supuso una nueva ocasión de incidencia legislativa relevante, las asociaciones no han vuelto a tener el nivel de relevancia política y social que tuvieron con carácter previo a la aprobación del matrimonio. Además, las políticas socialdemócratas ven su alcance limitado, en parte, porque las demandas LGBT no se dan mediante una correlación de fuerzas, por parte de la clase trabajadora, que le permita defenderlas de los ataques reaccionarios. Por tanto, nada garantiza su duración en el tiempo, sino que esta puede depender de periodos de crisis o giros políticos hacia la derecha (p. ej: Ayuso derogando la Ley Trans en la Comunidad de Madrid). Esta gestión puede dar pie a un descontento que desemboque en el fenómeno del heteronacionalismo, una ideología reaccionaria que surge como consecuencia de una política LGTB neoliberal.

La respuesta dada al asesinato de Samuel Luiz en 2021 contribuyó a poner de manifiesto la dificultad de las asociaciones para canalizar las preocupaciones de la gente joven

La respuesta dada al asesinato de Samuel Luiz en 2021 contribuyó a poner de manifiesto la dificultad de estas asociaciones para canalizar las preocupaciones de les disidentes sexuales, particularmente de la gente joven. El 3 de julio de 2021 Samuel Luiz es asesinado en la calle por ser maricón. El caso tuvo una amplia difusión y supuso un antes y después en la lucha de las disidentes sexuales. En muchas ciudades se organizaron movilizaciones contra el asesinato. Estas movilizaciones a menudo mostraron la debilidad de las asociaciones convocantes, reformistas e interclasistas, para articular una respuesta política, así como para representar el sentir de la disidencia sexual, especialmente juvenil. Estas protestas, en gran medida se basaron en reafirmar la situación de victimización —y debilidad—, así como se tradujeron en demandas al Estado. Tras ello, esta debilidad sin embargo, dio lugar a un aumento de la fuerza de organizaciones queer “radicales” en el Estado español que se contraponían a dicha linea política reformista. En ciudades como Madrid hubo detenciones a disidentes sexuales durante la manifestación de Samuel. En Zaragoza, tras lo que algunas consideramos como una concentración vergonzosa, reflejo de la forma de luchar de estas asociaciones, algunas nos reunimos esa misma noche, dando el primer paso para formar un colectivo queer anticapitalista que es el actual Vagas y Maleantes.

La evidencia de que la opresión de género, así como la violencia explícita hacia les disidentes sexuales continúa o incluso aumenta, aunque se obtengan nuevos derechos cívicos, pone en cuestión la efectividad de la estrategia empleada hasta ahora por dichas asociaciones, y muestra la necesidad de desarrollar herramientas efectivas de respuesta a la reacción, que no solo se tiene que dar en la política institucional, sino también a pie de calle. Además, estos avances legislativos son solo accesibles a cierta parte de les disidentes sexuales por razones tanto coyunturales como estructurales. Por ejemplo, si no tienes una situación regular, no te podrás casar, cambiar el sexo registral, ni denunciar una agresión, o al menos, no sin amenazar tu propia integridad. Si no tienes unas mínimas condiciones de seguridad tampoco podrás denunciar. Si eres una persona no binaria, quedarás fuera de la Ley Trans y un sin fin más de limitaciones, algunas contingentes a estas leyes y otras inherentes a las limitaciones de la reforma bajo el estado burgués liberal.

Las asociaciones LGBT han centrado su política en reformas basadas en los derechos cívicos, paralelas a un reforzamiento penal mediante el énfasis en los delitos de odio y el apoyo a campañas y recursos de salud sexual

Las asociaciones LGBT, en suma, han centrado su política en reformas basadas en los derechos cívicos, paralelas a un reforzamiento penal mediante el énfasis en los delitos de odio y el apoyo a campañas y recursos de salud sexual. Estas estrategias son claramente insuficientes para acabar con la opresión de sexo/género, aunque algunas puedan constituir una mejora parcial de nuestras condiciones de vida —es el caso de los derechos cívicos y la educación sexual—. Además, la entrada en los gobiernos de la extrema derecha deja impotentes los colectivos LGTB que basaban su estrategia en el lobbismo al sector progresista y en la gestión de recursos públicos del Estado. El papel de colectivos como Vagas y Maleantes se mueve en esta coyuntura. La falta de un referente claro de la lucha LGBT/kuir, especialmente para la gente joven (y particularmente en ciudades como Zaragoza, donde no existía ningún espacio de estas características) nos permite incidir en ese espacio social, impulsando una nueva estrategia política.

Algunos sectores de la población, especialmente de la llamada “clase media” y los agentes LGTB adscritos a esta clase piden “más seguridad” o “más presencia policial”

Por otra parte, aunque encontramos algunas potencialidades en este contexto, se puede apreciar que, mientras decrece la confianza en la capacidad del Estado para ofrecer reformas que solucionen los problemas cotidianos de la mayoría de la población, se refuerza un discurso securitario que aumenta la confianza en los aparatos represivos estatales. El sistema judicial o los cuerpos de seguridad del Estado, que son profundamente políticos, aunque se presentan como neutrales, mantienen o incluso refuerzan su legitimidad. Algunos sectores de la población, especialmente de la llamada “clase media” y los agentes LGTB adscritos a esta clase, piden “más seguridad” o “más presencia policial”, es decir, más Estado, un Estado que, en realidad, garantiza que estos problemas se reproduzcan.

La “liberación sexual” no es una demanda en el aire, se produce contra las estructuras del capital y del Estado

En este sentido, es especialmente significativo que haya personas y colectivos LGTB que tratan de enfrentarse a las agresiones sexistas de los últimos años mediante la extensión de las fuerza de seguridad del Estado y en particular, reprimiendo espacios de las disidentes sexuales. Esta es una contradicción, que se entiende bajo la confusión de intereses de clase propia de la clase media. La historia de las disidentes sexuales ha sido la historia de la persecución estatal que hemos sufrido: precisamente hemos padecido ese aparato represivo que ahora algunes quieren aplicar sobre las poblaciones más pobres, migrantes y racializadas. Nosotres siempre hemos sido y somos, como ellas, un chivo expiatorio de la violencia estructural. La “liberación sexual” no es una demanda en el aire, se produce contra las estructuras del capital y de un Estado que siempre ha garantizado la normalidad sexual mediante la violencia. Que las fuerzas de seguridad del Estado lleguen a nuestros espacios bajo las demandas de protección solo desarticulará esos espacios.

Esto último lo hemos vivido de primera mano con lo sucedido en el “Ambiente” de Zaragoza. En esa zona de la fiesta queer de la ciudad el 18 de diciembre de 2021 Vagas y Maleantes realizó su primer acto público en forma de bloque en la concentración en repulsa a las agresiones sexistas que se habían sufrido en la zona esas semanas. Entonces denunciábamos las demandas securitarias que las asociaciones y empresas LGTB de la zona estaban realizando pidiendo más control policial para el Ambiente. Ya en su momento nuestro manifiesto juzgaba que el aumento de la presencia policial siempre, en mayor o menor plazo, va en detrimento de la libertad sexual; y que la presencia policial iba a matar las relaciones que allí se daban. Esto fue una triste predicción. Si hasta ese momento el Ambiente se caracterizaba porque la fiesta inundaba toda la calle más allá de los bares y que juntaba (no sin conflicto) a diferentes comunidades marginadas queer y no queer, racializadas y no racializadas, tras la llegada del control policial de la zona, se acabó por expulsar a los sectores más proletarizados de la zona, primero a las personas racializadas, y después las personas que no pasábamos por el aro de pagar a los bares y que nos quedábamos en la calle sin entrar a los mismos. Hoy en día el Ambiente esta prácticamente muerto, lleno de nuevas cámaras que vigilan cada rincón de la calle, y después de expulsar a los sectores más proletarizados que eran los que dan vida a la zona, la situación ha acabado por perjudicar también a los propios propietarios. En los últimos años, hemos podido ver cierres progresivos de la práctica totalidad de los bares.

A modo de final, nos gustaría apuntar que, si bien es cierto que muchas de estas tendencias son desalentadoras, en los últimos tiempos, también asistimos a una recomposición de las fuerzas revolucionarias de la clase trabajadora (aunque estas todavía son muy minoritarias), a un momento de radicalización política y de reactivación del debate estratégico. Esta es también la tendencia que en Vagas y Maleantes nos ha llevado a debatir, formarnos y realizar nuestro documento en un intento por resolver los interrogantes a los que nos enfrentamos en este momento. Confiamos en que nuestros apuntes sean útiles mucho más allá de nuestra agrupación, tanto a otros colectivos de género como a organizaciones revolucionarias interesadas en una aproximación a la lucha contra la opresión de género que evite el seguidismo a la socialdemocracia. Estaremos encantades de escuchar vuestras dudas, aportaciones o críticas. (vagasymaleantes@sindominio.net)

Vagas y Maleantes (VyM) somos un colectivo de Zaragoza que busca aportar a la lucha de clases desde la militancia de la disidencia sexual. Trabajamos por la conformación de un frente de género que aúne la lucha por la liberación de las mujeres con la de les disidentes sexuales; un frente que a su vez se integre en una lucha unitaria mayor: la de la abolición de la sociedad de clases por el proletariado. Nos conformamos originalmente en 2021 como respuesta a la muerte de Samuel Luiz. En estos años, entre otras muchas cosas, hemos sido les impulsores del Orgullo Crítico en Zaragoza. En este tiempo hemos apreciado la necesidad de tomarnos nuestra tarea -la abolición del género, la superación de la sociedad de clases- con seriedad, en este sentido vimos la necesidad de formarnos y de debatir para asentar unas bases ideológicas y estratégicas que nos permitiesen tener una práctica política más efectiva. Así surgió la necesidad de tener una serie de debates que el pasado año nos llevaron a redactar colectivamente este documento. ¡Transmaribibolleres, nos vemos en las calles!

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