Casi tres meses después de los hechos trágicos desencadenados por la Dana (Depresión Aislada Niveles Altos) —que dejó más de 200 muertos en el País Valencià y decenas de municipios devastados bajo la riada,— el Consell Valencià liderado por el popular Carlos Mazón se encuentra arrinconado y tratando de eludir las preguntas de los periodistas que le persiguen a él y su partido a raíz de los hechos del día 29 de octubre. Desde la sociedad civil, este malestar derivado de las negligencias y las posibles responsabilidades políticas se ha traducido en múltiples acciones judiciales contra el presidente de la Generalitat Valenciana. Al mismo tiempo, se han impulsado varias manifestaciones que han conseguido movilizar centenares de miles de personas en la capital del Turia y más allá, para exigir la “dimisión de Carlos Mazón”.
Preocupado por seguir ostentando la vara de mando de la Generalitat, lejos de dimitir, el líder popular aseguró: “Si no soy capaz de liderar la recuperación, asumiré las consecuencias y no optaré a la reelección”. Esta declaración ha sido premonitoria de lo que aún estaba por venir. Desde el Palau de la Generalitat, en este caso, no han perdido ni un minuto en poner en marcha una secuencia de adjudicaciones millonarias a dedo, algunas de ellas, como en tiempos pretéritos, vinculadas a empresas salpicadas por casos de corrupción o campañas de publicidad del PP; un aviso a navegantes de que su esencia, marca de la casa, permanece en las entrañas del partido de la gaviota.
La extrema derecha, al barro para salvar la imagen de Mazón
Sabedores de que solo con la gestión de la crisis no es suficiente y con el objetivo de desviar el foco mediático de las negligencias del Consell, la lucha por el relato ha sido crucial para entender lo que ha sucedido estos meses. Una carrera de fondo para exculparse de responsabilidades políticas y un fuego cruzado de acusaciones entre el Gobierno español y la Generalitat Valenciana, que ha visibilizado una carencia de coordinación entre administraciones, mientras se desplegaba una auténtica batalla judicial, mediática y política. Se han hecho patentes, además, una realidad y unos intereses muy alejados del dolor y el sufrimiento de la sociedad valenciana.
En esta disputa, el papel de la extrema derecha y sus batallas culturales, en términos gramscianos, para conquistar el sentido común de la sociedad valenciana, ha sido crucial para los intereses del PP. Por eso mismo, no es casualidad el abrazo entre Javier Negre (periodista de extrema derecha condenado judicialmente y hoy director de la plataforma televisiva por internet EDATV) y Carlos Mazón a las puertas del Cecopi (Centro de Coordinación Operativo Integral) en los días posteriores a la Dana. Asimismo, tampoco son casualidades las denuncias interpuestas por plataformas vinculadas a la extrema derecha como Manos Limpias o Hazte Oír, que han actuado como lobbies de presión judicial contra la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología) y la CHX (Confederación Hidrográfica del Júcar), organismos de carácter estatal.
En un contexto de desafección política y de abandono institucional, han aprovechado para monetizar la miseria a través de sus contenidos, para agitar el relato del miedo, la inseguridad y el racismo
Pese a no haber tenido recorrido judicial, estas denuncias y el posterior aspaviento mediático han dejado entrever una estrategia muy coordinada por parte de la extrema derecha a favor de los intereses del PP y de Mazón, quien ha aprovechado esta munición para reforzar su discurso, a través del cual ha dirigido las culpas contra el presidente español Pedro Sánchez y Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica (PSOE). En esta estrategia de desestabilización han destacado los agitadores vinculados a la fachosfera, como el eurodiputado de extrema derecha Alvise Pérez, Vito Quiles o Iker Jiménez, que no han dudado en lanzarse al barro de los pueblos devastados. En un contexto de desafección política y de abandono institucional, estos últimos han aprovechado para monetizar la miseria a través de sus contenidos, para agitar el relato del miedo, la inseguridad y el racismo, así como para difundir bulos y desinformación con el objetivo de generar una realidad alternativa.
Vox, partido negacionista del cambio climático fue partícipe de decisiones como la de eliminar la Unidad Valenciana de Emergencias
De aquellos polvos, estos barros. La nefasta gestión de la Dana por parte del PP ha sido atenuada, según algunos sondeos, por el ascenso del partido de extrema derecha Vox, en beneficio del bloque de las derechas. Hay que recordar que este partido negacionista del cambio climático también fue partícipe de decisiones como la de eliminar la Unidad Valenciana de Emergencias (UVE), creada para “atender los nuevos escenarios de emergencia que se prevé seguirá provocando el cambio climático” o recortar el 99 % del presupuesto de la Agencia Valenciana del Cambio Climático. Aun así, el PP de Mazón facilitará a Vox presidir la comisión de investigación sobre la Dana.
Las instituciones populares frente al capitalismo del desastre
Pero la realidad en las zonas afectadas es mucho más compleja que estos relatos sesgados. Ante la carencia de respuesta gubernamental, la gente —el pueblo— fue quién salió a las calles o entró en las casas del vecindario de las zonas afectadas. “Solo el pueblo salva el pueblo”, esgrimía el barro que pintaba la frase en las paredes aquellos primeros días.
A pesar de esto, la extrema derecha no ha dudado a la hora de apropiarse de la expresión. La maniobra ha sido meter a “toda” la clase política responsable —PP y PSOE— en el mismo saco y contraponerla al pueblo —la nación—, desde una perspectiva nacionalista española. Sin embargo, este lema forma parte de la idiosincrasia movimentista, desde donde hay que destacar que, trabajando desde la solidaridad y el apoyo mutuo, las estructuras de los movimientos sociales y el tejido asociativo han sabido organizarse de forma mucho más eficaz y duradera frente al desastre que la extrema derecha.
La realidad de la Dana evidencia unas instituciones estatales empobrecidas de recursos por las políticas neoliberales de las últimas décadas
La realidad de la Dana evidencia unas instituciones estatales empobrecidas de recursos por las políticas neoliberales de las últimas décadas que además le dan la espalda a las continuas señales de la crisis climática y los límites biofísicos del planeta. En este contexto, la derecha aprovecha la desconfianza en las instituciones de la democracia representativa para apostar por una vía de carácter más autoritario. Ante esta postura, creemos que los movimientos sociales no pueden quedarse en la defensa del statu quo como respuesta, a pesar de que desde el gobierno progresista se repite una y otra vez el mantra del voto a la izquierda parlamentaria para poner freno a la extrema derecha.
En este sentido, pensamos que el lema “Solo el pueblo salva el pueblo” no significa renunciar al Estado ni mucho menos a los recursos públicos, que son de todas y todos. A pesar de esto y dada la situación actual, sí que pone en evidencia la necesidad de construir una institucionalidad diferente que permita, por un lado, ganar capacidad de disputar el poder y de incidir en las políticas públicas; por otro, generar contrapoder popular, o sea, la posibilidad de dotarnos de estructuras que puedan de reproducir nuestras vidas de manera digna.
Esta nueva institucionalidad que nos permite desplegar luchas a largo plazo y de poner en marcha estructuras comunitarias y de apoyo mutuo, no es algo que haya que inventar: además de contar con la experiencia del movimiento obrero de hace casi dos siglos a través de sus cooperativas, sindicatos y ateneos, también la estamos construyendo hoy, de alguna manera, adaptando las viejas herramientas obreras a nuestro contexto actual, a partir de la Economía Social y Solidaria, el sindicalismo social y los centros sociales, a los que cabría sumar la cultura popular. Aunque también pensamos que a menudo estas estructuras quedan supeditadas a la política en mayúsculas: al partidismo y a la representatividad liberal, o sea, son entendidas como un medio para obtener poder político en el sistema representativo.
Para evitarlo, opinamos que hace falta dotar a estas instituciones de toda la potencia posible. Como afirma Emmanuel Rodríguez, estas “serán eficaces en la medida en que produzcan y amplíen la clase, en la medida en que afirmen su propia autonomía”. Al mismo tiempo, negar la supeditación a otras estructuras de representación de clase no significa renunciar a la organización, a la unidad y a los saltos de escala. Necesitamos generar estructuras que, conservando la autonomía, sean capaces de hacer crecer la organización popular, sin caer en la uniformización y en la búsqueda de representatividad.
Allá donde se contaba con una tradición organizativa, el apoyo mutuo ha funcionado mejor en términos cuantitativos y cualitativos.
En este sentido, la catástrofe vivida en el País Valencià ha sido un claro ejemplo. Allá donde se contaba con una tradición organizativa, el apoyo mutuo ha funcionado mejor en términos cuantitativos y cualitativos. En el Parke Alkosa, como popularmente se conoce el barrio Orba de Alfafar (Horta Sud) “caracterizado por la falta de recursos, el empobrecimiento, el paro y la exclusión social”, la autorganización ha sido clave para satisfacer la vida del vecindario desde hace más de 30 años, ante el flagrante abandono de las instituciones del Estado.
Por otra parte, más allá de los territorios afectados, el apoyo mutuo y la solidaridad que han perdurado en el tiempo han venido de la mano de organizaciones con una amplia trayectoria o de militantes vinculados a estas, que han sido capaces de crear estructuras más operativas en el contexto de la Dana. Así lo ha demostrado Suport Mutu DANA, desde donde se han coordinado varios espacios autorganizados de la sociedad para conectarlos con las necesidades de los pueblos afectados, o la coordinación de brigadistas a través de la Xarxa de Casals i Ateneus dels Països Catalans.
Las dificultades para estar a la altura de las circunstancias en términos organizativos han sido elementos fundamentales de desgaste después de meses de trabajo
A pesar de todo, la tragedia nos ha hecho chocar con la realidad y nos ha hecho conscientes de la necesidad de construir estructuras organizativas propias de raíz comunitaria más sólidas. Esta realidad también ha hecho patente la fragilidad de esta constelación de instituciones propias en la actualidad. El agotamiento físico y emocional, la necesidad de los colectivos de retomar sus respectivas causas y de las personas de reanudar sus vidas, las dificultades para estar a la altura de las circunstancias en términos organizativos han sido elementos fundamentales de desgaste después de meses de trabajo.
Un impulso desde las comunidades y la Economía Social y Solidaria
Por tanto, hay que continuar caminando hacia la construcción de poder propio. En esta línea, la reconstrucción de los pueblos afectados es un buen contexto para poner en valor todo el tejido organizativo que ha trabajado en los momentos de emergencia y representa una tradición de lucha y organización anterior. En esta línea, cabe resaltar nuevamente el trabajo de la Koordinadora de Kolectivos del Parke Alkosa, la cual ha impulsado, a través de la asamblea “Nosaltres Mateixes”, los Comitès Locals d’Emergència i Reconstrucció para democratizar y dejar en manos de las personas afectadas la toma de decisiones de un aspecto tan capital como la inversión pública en infraestructuras y servicios.
La estrategia de los Comités es importante porque cumple dos objetivos esenciales. Por un lado, abre una alternativa al negocio capitalista de la catástrofe disputando el modelo de alianza público-privada a través de su apuesta por uno público-comunitario. De esta forma, convierte a las comunidades locales afectadas y ligadas al territorio —junto con las organizaciones de base y de la Economía Social y Solidaria— en el sujeto que tiene que tomar las decisiones en la reconstrucción, pero sin renunciar al apoyo institucional de los ayuntamientos.
La reconstrucción tiene que servir para cuestionar el modelo capitalista y para poner en valor las iniciativas del sindicalismo social y la Economía Social y Solidaria
Por otro lado, esta propuesta sirve para ensanchar la constelación de instituciones populares. La reconstrucción, en resumidas cuentas, tiene que servir, entre otras cosas, para cuestionar el modelo capitalista y para poner en valor todas las iniciativas que desde el sindicalismo social y la Economía Social y Solidaria se erigen como alternativas. Se trata, en definitiva, de fortalecer unas instituciones populares y de raíz comunitaria que construyan un contrapoder efectivo, esto es, al mismo tiempo capaz de reproducir nuestras vidas y de servir de dique de contención para frenar el avance de la extrema derecha.
Publicado originalmente en Catarsi Magazin