Next. Qué hay después de Perro Sanxe.

por | Nov 12, 2025 | Coyuntura

El gobierno de Pedro Sánchez pierde los apoyos de investidura mientras la derecha radical avanza posiciones. En los últimos meses la batalla política se ha recrudecido y muchos piensan en el día después del gobierno progresista y cómo afrontar este nuevo ciclo político.

El eslabón más débil del pacto de legislatura se ha roto. El pasado 6 de noviembre Miriam Nogueras anunciaba que Junts bloquearía todas las iniciativas legislativas de los socialistas. Solo un puñado de leyes menores o muy significativas en Cataluña quedarían fuera de la quema.1

Entre idas y venidas, los de Carles Puigdemont han elevado el tono hasta salirse definitivamente del marco de investidura. A la negociación en torno a la amnistía, la presencia europea de Cataluña o las mejoras en la financiación se suman ahora nuevos elementos securitarios y antiinmigración. Entre ellos, la ley de reincidencia que propuso Junts desde 2024 y las competencias catalanas en materia de inmigración.

Es esta temática la que ha forjado la ruptura. El ascenso en las encuestas de Aliança Catalana y el fuerte discurso de derecha radical de su líder Silvia Orriols han agitado las aguas dentro de Junts. Todo mientras en Cataluña se produce una deriva nativista, antiinmigración e islamófoba que se agudiza en no pocos actores políticos y sociales incluso de la izquierda y a la que todos quieren dar respuesta electoral.

Tras este paso, Junts ha abierto la Caja de Pandora. Abandonada la interlocución y negociación con el bloque progresista español (PSOE y SUMAR), su nuevo espacio de diálogo se dirige al Partido Popular, el que hasta hace muy poco les denominaba golpistas y pedía prisión para todos ellos.

Las alianzas tácticas post-Procés se han roto y comienza una nueva era

Las alianzas tácticas post-Procés se han roto y comienza una nueva era de recomposición de la derecha articulada en torno a tres tendencias al alza: el Madrid de Ayuso, la Cataluña de Orriols y el ascenso estatal de VOX. Todo a la espera de que se termine de conformar un nuevo polo de derecha racial en Euskadi que tarde o temprano tomará forma.

Con todo, la suerte está echada para las derechas nacionalistas catalanas, vascas y españolas. Aventuramos aquí una hipótesis. Si el eje nacional, entendido como el clásico enfrentamiento España/Cataluña, queda en un segundo plano y se apuesta por la agenda antiinmigración y los derechos solo para nativos —sean estos catalanes, vascos o españoles—, como carta electoral principal, tendremos seguramente un nuevo gobierno de derechas. Si se vuelve al eje nacionalista España contra Cataluña, la recomposición será más difícil. En cualquier caso, con las espadas en todo lo alto, las elecciones anticipadas son un escenario cada vez más factible que afecta al conjunto del arco parlamentario.

Mientras tanto, en el PSOE y el PP

Por su parte, a Pedro Sánchez se le acumulan los problemas. El primero, las corrupciones de Ábalos, Santos Cerdán y Koldo. La clásica trama de influencias y comisiones —y en este caso además de prostitución, en un partido que se autodenomina abolicionista— que une a la Secretaría de Organización del partido y al Ministerio encargado de adjudicar obras. El segundo, tercero y cuarto: la imputación del Fiscal General del Estado, las aventuras de la mujer y el hermano del Presidente y el reciente señalamiento del ministro Torres.

Con el PSOE tocado y con Junts saltando del barco, todas las miradas están puestas en el Partido Popular. ¿Por qué no presenta ya una moción de censura? La respuesta es sencilla: la situación frágil del PSOE en el gobierno central, se reproduce en casi todas las Comunidades Autónomas que gobierna el Partido Popular.

La panorámica es aterradora. La ruptura de los gobiernos autónomos provocada por VOX ha dejado solos a un buen puñado de presidentes populares. Mañueco en Castilla y León ha tenido que afrontar el desgaste de la crisis de los incendios de 2025. Por su parte, María Guardiola en Extremadura se ha visto forzada a adelantar las elecciones. Y Jorge Azcón, presidente de Aragón, se encuentra en una situación muy parecida y ya prepara un adelanto electoral ante el bloqueo al que le somete VOX.

Sin embargo, es en la Comunidad Valenciana y en Andalucía donde el PP está perdiendo más legitimidad. En la Comunidad Valenciana, el presidente Mazón fue el que tomó la iniciativa de expulsar al vicepresidente Vicente Barrera y el resto de consejeros de VOX en julio de 2024. Pero todo se ha puesto en su contra, pues esta ruptura se produjo tan solo dos meses antes de que el escándalo de la DANA se llevase por delante su gobierno en solitario.

A todas estas caídas de los gobiernos de coalición, se ha sumado la crisis del gobierno de Juan Manuel Moreno Bonilla en Andalucía. En esta Comunidad se ha pasado de celebrar la histórica mayoría absoluta del PP de 2022 a quedar contra las cuerdas por el masivo cribado erróneo de mamografías. El resultado, la dimisión de la consejera de sanidad Rocío Hernández y una crisis sanitaria que cuenta ya con miles de afectadas y protestas masivas.

Este rosario de corrupciones, incompetencias, mala fe y destrucción de servicios públicos ha dejado a los dos grandes partidos en una precaria correlación de debilidades que les impide actuar y capitanear ningún nuevo proceso electoral. El miedo a nuevos escándalos, por ejemplo, los de Ayuso en Madrid, o la imputación de más cargos relevantes del PSOE, está muy presente. Estas lógicas resistencialistas y de cálculos de última hora que pueden llevar a los dos grandes partidos a perder votos. Y, lo peor de todo, que vuelven a relegar al grado de espectadores a buena parte de nuestra sociedad.

Luchas tras el ciclo progresista

El resultado es que el reparto y equilibrios de poderes entre los dos grandes partidos se tambalea. También en Cataluña la relación entre derecha e izquierda nacionalistas han entrado en crisis. Pero el peor resultado de todo este espectáculo es que puede invitar a la pasividad o la comodidad de interpretar todo en claves electorales o partidistas. Estamos forzados a ir más allá.

En términos estrictamente electorales, parece que ante futuras elecciones veremos formarse dos grandes tendencias. La primera, la de conformar una suerte de ejército de salvación de la posición del PSOE y el gobierno progresista. Una apuesta que con toda seguridad subordinará aún más el proyecto de SUMAR al del propio PSOE. La segunda, el trasvase de voto desde el Partido Popular y Junts hacia VOX y Aliança Catalana que, de ganar la derecha, serán quienes vigilen y orienten buena parte de las nuevas políticas de un supuesto gobierno de Feijóo.

Asistiremos por tanto a una auténtica guerra de clanes, de posiciones débiles y de fuerzas emergentes

Asistiremos por tanto a una auténtica guerra de clanes, de posiciones débiles y de fuerzas emergentes que no acaban de hegemonizar sus respectivos espacios. Pero la pregunta que nos hacíamos al principio es difícil de contestar: qué pasará tras una futurible caída de Pedro Sánchez. «El día después» se presenta como una gran incógnita que debemos desvelar si no queremos quedar atrapados entre la defensa de su labor o la nostalgia del viejo gobierno progresista.

Quienes hemos vivido este ciclo al margen del entusiasmo progresista seguimos perplejos por la capacidad de movilización que aún mantiene el gobierno. Así se produjo con el exitoso acople que Pedro Sánchez hizo con las protestas contra el genocidio en Palestina que le sirvieron para escapar del fuego de la corrupción. Ante una eventual caída de gobierno, estas habilidades serán sin duda puestas de nuevo en práctica de cara a ordenar a su favor las luchas y la crítica.

La política radical debe permanecer irreductible a estos juegos partidistas

Así, el riesgo que se corre tras la caída del gobierno y una eventual llegada de un gobierno de derechas es concentrar todos los esfuerzos y objetivos de lucha en tumbar las propuestas de la derecha y devolver el gobierno al campo progresista. Una perspectiva que se ha visto con enorme claridad en el caso de Valencia y la crítica a Mazón, donde la alternancia de poder y las lógicas “derecha frente a progresistas” han intentado imponerse por encima de cualquier otra consideración política y organizativa que estuviese contenida en los movimientos de protesta tras la DANA.

Debemos aprender por tanto que por muy estruendosos que sean los cambios institucionales, los chantajes electorales y el turnismo en el gobierno, la política que busca una transformación radical debe permanecer irreductible a estos juegos. Queremos que caiga Abascal, Feijóo u Orriols y de paso tumbar también las apuestas progresistas. Se trata de superar sus marcos para construir otros nuevos.

1 Se trata del Proyecto de Ley de Movilidad Sostenible, el Proyecto de Ley de Atención al Cliente, el Proyecto de Ley del Cine, el Real Decreto-Ley ELA y el difícilmente renunciable para la sociedad civil catalana, Proyecto de Ley de Economía Social

 

Recibe nuestro boletín

* indicates required

Intuit Mailchimp


La última clase de Paolo Virno

In memoriam de Paolo Virno. Su actitud vital y posición política fueron siempre, hasta el final de sus días, las de un comunista empedernido que, a pesar de las aceleradas mutaciones del capital que se ciernen sobre nosotros como un apocalipsis, intentaba descubrir en cualquier resquicio social la posibilidad de subvertir el estado de las cosas.

Palestina, 734 días (y más) después

El desafío del pueblo palestino tiene su contrapartida en la determinación de Israel de intensificar la ocupación, la segregación y el sufrimiento –aunque se ralentice el exterminio– sin ofrecer ninguna salida política. El objetivo es doblegar la resistencia a su proyecto colonial y convencer al resto del mundo de que no hay alternativa a la disyuntiva que plantea (expulsión o exterminio). Pero sí la hay.

Contribuye a publicar más reflexiones, suscríbete

Banner de suscripción

Otras publicaciones relacionadas

Palestina, 734 días (y más) después

Palestina, 734 días (y más) después

El desafío del pueblo palestino tiene su contrapartida en la determinación de Israel de intensificar la ocupación, la segregación y el sufrimiento –aunque se ralentice el exterminio– sin ofrecer ninguna salida política. El objetivo es doblegar la resistencia a su proyecto colonial y convencer al resto del mundo de que no hay alternativa a la disyuntiva que plantea (expulsión o exterminio). Pero sí la hay.